¿Hola coleguis, cómo van esos cuerpos serranos?
Hoy quería cambiar un poco la temática y no adentrarme en temas de ligoteos y demás historias, sino más bien en las cuestiones cotidianas de los tíos grandes como yo.
Recientemente he comenzado una nueva etapa de mi vida y me he ido a vivir fuera del nido familiar. Ya sé que ya tengo edad para ello desde hace unos cuantos años, pero el haber estado atrapado en una relación que no iba ni «pa’lante ni pa’trás» mucho tiempo y no tener un trabajo acorde a los «planes de futuro» hicieron que no fuesen a buen puerto las cosas y no pudiese salir del nido hasta ahora. ¡Pero eh! ¡Aquí ando, sano y salvo! ¡De todo se sale!
Como os decía, me fui del nido familiar y alquilé un piso con un amigo en un barrio externo a la almendra de la m30 de Madrid. Todo maravilloso, reformado, luminoso, con un toque standard en cuanto a decoración y muebles. Mi cuarto es bastante agradable y espacioso, hasta que veo la cama. Mi templo. Mi espacio de reflexión. ¡Mi espacio a prueba de bombas y HORROR! ¡Una cama de 120×180!!
¿Vamos a ver señora casera, usted en qué planeta vive? ¿Usted me ha visto? ¡Mido casi 2 metros y 1 metro de ancho!! ¿Dónde compro sabanas para eso? ¿Dónde meto mis pies por la noche? ¡Se ha molestado en comprar una cama nueva y ha comprado la cama menos standard del mercado!! ¡PERO ESTO QUE ES!!!! ¿En que estaba pensando cuando decidió ir a comprar la cama? Le dijo al vendedor “oye ponme lo mas raro que tengas, de eso que te sobra por ahí…si total es una cama y es para dormir…” Pues no señora, la cama es un espacio SA GRA DO para muchos menesteres y la comodidad es básica. Si no, ¿por qué están todo el día anunciando el colchón maxi confort con triple viscolástico ultra relax de LoMonaco a todas horas en los programas de salud matutinos?
Pero no hay nada que dormir en diagonal no solucione.
Después de toda la mudanza y todo ese tormento comenzaba el reconocimiento del barrio. Comercios de toda la vida, mercados, ferreterías (para un manitas como yo, es una bendición), bazares chinos y todo lo que un barrio debería de tener (excepto Mercadona que no hay). El tema es que me tocaba hacer la compra y decidí bajarme a hacer la compra al mini mercadito de debajo de mi casa, que tiene buena fruta y buena verdura (desde que vivo solo estoy comiendo de un sano que no me lo creo ni yo, y mi madre menos ¡HOLA MAMA!).
El problema viene cuando tienes que enfrentarte a unos pasillos minúsculos de menos de 1m de ancho y a la vez tienes que sortear al sector jubileta con los puerros en la cesta. ¿Cómo hace la gente? ¿Cómo puedo evitar restregar mi tripa con el culo de la señora de los puerros? Y lo peor de todo es entrar a comprar con una mochila a la espalda y maniobrar con ello. ¿Os ha pasado alguna vez? Es VIOLENTO.
Ya asentado en mi nuevo templo de paz y armonía, tocaba renovar el armario. Mi madre siempre me dijo que ni me molestase en comprar en la mayoría de las tiendas de ropa ya que me iba a deprimir más de lo normal. Y tiene razón. Se me ocurrió ir a H&M buscando unos pantalones ya que mi compañero de piso es tan grande como yo y si le valen a él, me valen a mí. Pues no. Una mierda bien gorda para mí. No había manera de entrar ahí y es que los tronquilargos como yo lo tenemos difícil porque estamos hechos a mala leche. O te valen de largo o te valen de ancho, pero nunca coinciden. ¿Y qué me decís de las camisetas? Debo confesar que me encantan, pero el diseñador debió de haber contratado un equipo de monos borrachos y las hizo demasiado cortas…y al levantar la mano se escapa mi maravillosa tripa y cojo unos resfriados que no veas…
Ahora mismo estoy en un punto en el que con dos vaqueros y lo primero que pillo por casa estoy cómodo y me siento guapísimo (hola chicas ;-) ) pero el día que tenga que ir a alguna historia más comprometida me va a dar la risa (que yo soy muy de eso) como aquella boda a la que fui en zapatillas de andar por casa por un “grave accidente”.
Menos mal que de tantas frutas y verduras que como, al menos las defensas las tengo bien.
