Ya hablamos en su momento del problema que tiene este señor con las gordas en vaqueros, pero Josemi Rodríguez Sieiro lo ha vuelto a hacer. Con todo el rancio abolengo que le caracteriza, ha vuelto a iluminar nuestras tristes vidas y ha conseguido que llevemos toda la mañana haciendo la croqueta, porque lo suyo es todavía mejor que el posthumor. Ojito viudas del mundo, que si no os enlutáis de arriba a abajo no recibiréis ni el pésame, ni la bendición de Josemi, que os considerará mujeres de vida alegre o algo así. Eso sí, para variar, de los viudos no dice nada… estas cosas de protocolo solo nos afectan a las señoras que recibimos a las visitas en zapatillas de andar por casa y con el pelo sucio. ¡Qué desfachatez!

 

 

Pero vamos a lo importante, a la gran obsesión de, aquí el amigo, Rodríguez Sieiro. Os lo digo, a partir de ahora me referiré a mis «gorrrrrdas y rrrrrecias» piernas, que son acero pá los barcos, como «pierna columna templo romano». No sé las vuestras, pero las mías en concreto son como las  del Panteón de Agripa. Sí, así de maravillosas son. Siempre muy a tope con el rollo corintio y las florituras y todas las cosas.

Pero no logro entenderlo bien ¿qué narices dice de una pierna con grano y nosequé de la pantorilla?… Ya que me consta que es usted amante del arte clásico como el que más, ¿cómo pretende que no enseñe tales maravillas arquitectónicas al mundo entero, amigo Josemi? ¿Por que quiere que las esconda? Y, sobre todo, ¿qué necesidad hay de llamarme patética? Pero si estoy haciendo una obra de caridad mostrándolas para que todo la gente se deleite en ellas, debería usted estarme profundamente agradecido. Taparlas sería egoísmo puro y duro…

He pasado de la alegría al llanto desconsolado al darme cuenta de que no cumplo ni uno de los requisitos de Josemi para ser una señora fisna y elegante por detrás y por delante (perdónperdónperdón, me resulta imposible no hacer el pareado, gracias por tanto Carmen de Mairena)… menos mal que me deja ir de negro a las bodas (eso sí, sin enseñar pierna… no vaya a ser que ofenda a alguien con mis piernas corintias). En una cosa tiene razón «la confianza da asco», y este tipo de juicios sobre cómo de ser/actuar una mujer también (sobre todo si vienen de un señor que lleva esos pelos raros con tan poca dignidad, estúdiese un poco).

Y por cierto: lávese la boca antes de hablar de Mary Quant, gracias.

(Corintia, corintia, corintia) Oh no, otra vez tú...
(Corintia, corintia, corintia) Oh no, otra vez tú…