Ya sabemos cómo van algunas cosas en verano (sobre todo en agosto): mucha gente está de vacaciones  y el mundo parece que se paraliza un poco. Encendemos la televisión y está llena de reposiciones y de programación así como muy de rellenito, baja un poco la cantidad y la calidad de los contenidos de nuestros medios favoritos y tenemos que comernos con patatas las absurdas noticias del verano que se repiten año tras año. Podemos lidiar con ello porque oye, nosotras también estamos entretenidas recorriendo todas las playas y piscinas de nuestras localidades. Pero de pronto te encuentras con una publicación de estas que hacen que te lleven los demonios por transmitir un mensaje, en nuestra opinión, muy equivocado.

Es el caso de este articulito con el que nos sorprendía El País a raíz del debate creado en torno a la decisión de la revista Sports Illustrated de incluir mujeres de diferentes tallas en un desfiles de ropa de baño y que hemos necesitado un par de días para procesar (también por estar en verano para qué nos vamos a engañar, guiño-guiño). Entendemos que el tema del body positive y la lucha contra el canon de belleza único genere cierta controversia porque aún quedan muchos prejuicios por derribar, pero nos choca que no se entienda lo importante que es dejar de hablar de los cuerpos de las mujeres como si fuéramos responsables de lo que los demás quieren interpretar de los mismos.

Vamos a empezar comentando lo evidente: la visibilización de cuerpos diferentes, en este caso gordos porque es en lo único que se centra el texto, no tiene nada que ver con fomentar la obesidad. Nunca nos vamos a cansar de decirlo. Los problemas de la obesidad los conocemos todos pero, como siempre, nos resulta muy curioso que este argumento de la salud se utilice para criminalizar el sobrepeso de esa manera y nos huele mucho a gordofobia. A lo mejor resulta que una modelo pelirroja, por ejemplo, está fomentando el pelirrojismo solo por existir. O que una persona en silla de ruedas puede llegar a fomentar el sillaruedismo, por decir algo. Pues no, señores, la cosa no funciona así.

Lo fantástico sería que el mundo de la pasarela representara a la mayor cantidad de corporalidades diferentes, para evitar eso de que se ponga de «moda» un tipo concreto de cuerpo. Pero, con argumentos que se centran exclusivamente en la falacia del fomento de sabediosqué, es imposible avanzar en este sentido. Pensemos en el daño psicológico al que estamos sometidas las mujeres (y cada vez más hombres) por culpa de una presión social (y médica, parece) que se centra exclusivamente en un arquetipo de cuerpo concreto, porque pareciera que están fomentando (oh wait!) que lo único que tienes que hacer para tener salud es estar delgado o que todas las modelos delgadas están totalmente sanas.

Volviendo al artículo, que en realidad nunca habíamos dejado, nos gustaría recomendar a El País que usaran bien las comillas para citar correctamente sin dar lugar a equívocos. Que si lo lees sin fijarte mucho podría parecer que están defendiendo una postura y la contraria, como queriendo quedar un poco a bien con todo el mundo. Y, respondiendo a la pregunta que lanzan «¿Pero habría que poner límites por arriba y por abajo?», creemos que no habría que poner límites, simplemente luchar contra la uniformidad de los cuerpos en el modelaje.