No sabía muy bien donde escribir esto. Supongo que de alguna manera necesito desahogarme. Voy a intentar resumirlo todo lo mejor que pueda.
Hace unos años me fui por amor a la otra punta de España. Me fui con mucha ilusión y ganas, y aún siendo todo una locura me lancé de lleno. Siempre me pudo más el corazón que la cabeza. Pues bien, sitio nuevo, trabajo nuevo, casa nueva…todo un sinfín de cosas a las que acostumbrarse.
Todo parecía ir muy bien, pero poco a poco iba viendo cosas que no era capaz de asimilar. Muchos celos, celos enfermizos de esos que tienes que ir por la calle mirando al suelo para no discutir, porque se supone que vas mirando y seduciendo a todo el mundo. No poder escuchar según qué canciones porque el cantante es guapo. No pasarte hablando con sus amigos porque esos significaba que te gustaban y así podría decir muchos ejemplos.
En una de esas discusiones cada uno fue por su lado a casa, él llegó antes y cuando quise entrar no podía. Timbré y nada, hasta que no tuve más opción que timbrar seguido (pensé: voy a quemar el timbre) y de repente abrió la puerta, me cogió, entré y ahí recibí una bofetada. La recuerdo muy fuerte. En ese momento me quedé en shock, no me lo podía creer, no daba crédito. Tenía toda la ropa de mi armario tirada por el suelo, me quería echar de casa. Piensas que estas lejísimos de tu ciudad, familia, amigos…y que estás en ese piso en el que ni figuras en el contrato de alquiler, en cualquier momento te puede echar y aquí no ha pasado nada. Creo que llevaría allí como muchos dos meses, faltaba poco para Navidad. Esas fiestas me las pasé sin celebrar nada, sola, porque él no podía con los celos.
Tiene celotipia diagnosticada, no es invención mía. Ese enero vino mi padre de visita y se quedaba en casa con nosotros. No me veía bien, pero yo tampoco quería decir nada. Pensaba, joder! con todo lo que has apostado y te sale así? me daba vergüenza volver, decir que había fracasado y porque de alguna yo no perdía la esperanza. A esto hay que sumarle que él no toleraba las visitas en casa y lo pasaba mal. Lo que ocurría era que en el trabajo estaba intranquila, porque sabía que mi padre estaba ahí y estaba incómodo. Es muy difícil explicarlo todo. Me pegó en más de una y dos ocasiones, recuerdo que cada vez que hacía aspamientos con los brazos cuando discutíamos yo temblaba, aunque no hiciese nada, pero le tenía mucho miedo. Una vez le dije que si me volvía a tocar yo también le tocaría y así lo hice, pero eso me llevaba a un estado que no quiero ni recordar. Recuerdo que una de las veces me dio tal golpe en la cabeza que tuve durante semanas luces en mi ojo izquierdo. Nadie sabe todo esto, lo llevo clavado y no digo nada porque me da vergüenza haber soportado todo eso y porque tampoco quiero que le odien. Aunque suene poco creíble hay una parte de mí que le quiere y no lo entiendo.
Podría explicaros mil cosas que viví, pero esto sería eterno.
Lo que vengo a decir es que hoy hace una semana que puse punto y final a esa relación. Ya avisé que si decidía marcharme tenían que venir a buscarme al día siguiente (los míos no me veían feliz desde hacía mucho y eso que con la distancia es más fácil disimular), porque sabía que me iba a echar atrás. Y así fue, me vinieron a buscar y aquí estoy. Sin trabajo, volviendo a vivir en casa de mis padres, todos con su vida hecha y yo tan sola, no sé, esto se me hace muy duro y me supera. Me siento tan perdida, tanto. Y lo peor de todo es que una parte de mí siente que se ha equivocado con esta decisión y quiere volver.
Nunca me he sentido tan rota en mi vida. Jamás.
Seguramente no se entienda ni la mitad de mi historia, pero no quería que esto fuese eterno.
La cuestión es que no me siento con ganas ni con fuerzas de salir de este pozo en el que estoy. No sé como hacerlo, de verdad que no. Tengo una dependencia hacia esa persona muy fuerte. Esto es como una enfermedad.