Como politóloga podría montarme un blog entero para poner a parir a los contertulios políticos de la televisión de nuestro país. No lo hago porque, sinceramente, creo que no sería muy interesante ya que el nivel, salvo alguna excepción (que no hace más que confirmar la regla), es bastante bajo.

Como mujer no puedo soportar las faltas de respeto de algunos especímenes del género masculino. Sin ser psicóloga me aventuro a decir que estos comportamientos responden a una clara falta de autoestima, pero no se puede tolerar que algunos hombres sigan intentando mantener sus posiciones de poder infravalorando a las mujeres.

Como mujer gorda, politóloga y divina, no puedo hacer otra cosa que reírme en la puta cara de un personaje como Alfonso Rojo. No es la primera vez (y viendo su historial, doy por hecho que no será la última) que, al sentirse acorralado, Rojo hace uso del descalificativo físico durante un debate. Es como un perrete de estos pequeñajos tan monos que se ponen lerchos y dignos con un perro más grande que ellos, haciéndose notar con ese ladrido tan agudo y molesto. El tema es que parece que este señor tan atractivo e inteligente (permitidme la licencia de ponerme sarcástica), está un poquito obesionado con las gordas y utiliza este apelativo en tono peyorativo en cuanto se queda sin mejores argumentos.

El objetivo de su primera gran faltada, que le valió la expulsión del plató de laSexta Noche allá por el mes de abril del año pasado, fue Ada Colau a la que en medio de una discusión le espetó: «Si vamos a lo personal: está usted muy gordita para el hambre que se pasa». En su momento en Loversize decidimos no tocar el tema porque, aunque seamos un poco gamberras, nos parece de mala educación hablar de política y de religión. Pero esto pasa de castaño a oscuro y no se puede tolerar que este caballero siga insultando impunemente a las mujeres que no compartan sus opiniones o que, por la razón que sea, le resulten incómodas.

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La última víctima del que fuera marido de Ana Rosa (sí amichis, la historia de España también son estos pequeños detalles del mundo del corazón) ha sido una Beatriz Talegón con unos kilos de más después de su reciente embarazo pero, como ella misma dice, sin pelos en la lengua. Acudió como invitada a un programa de la televisión autonómica de Castilla-La Mancha donde, curiosamente, las únicas mujeres que habían en el plató eran ella y la presentadora. Después de que la Talegón preguntara por la cantidad de dinero público que cobraban los tertulianos allí presentes por programa, se desató una fuerte discusión con el periodista que acabó en otro ataque verbal: «Yo creo que te has puesto gorda y (…)».

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No me voy a detener a analizar el contenido político del vídeo (de esas cosas solo hablo con un café o una caña por el medio), ni en la grima que me da el personaje en sí, pero lanzo una pregunta al aire: Alfonso Rojo, querido, ¿qué te pasa con las gordas? Ese tono chulesco e infantil que empleas a la hora de utilizar adjetivos físicos como insulto (como si estuvieramos en el patio del colegio) te retrata como un acomplejado y como un machista, aunque esto último no es nada nuevo. Personalmente me da vergüenza ajena que se transija con estos comportamientos; no debemos olvidar que estas personas son generadoras de opinión y deberían tener en cuenta el grado de responsabilidad que asumen al realizar su trabajo. Luego que si el Sálvame…