Por todos es muy bien sabido

que follar es algo divertido.

A lo largo de la historia mucho se ha escrito,

el sexo para los humanos es un rito.

 

El fornicio a todas horas se practica,

en cuanto el parrús un poco te pica,

hay que buscarle solución, chica.

 

Existe el polvo a primera hora de la mañana,

el de la noche tonta y tirar al aire una cana,

el de estar durmiendo y follar de madrugada,

el de antes de comer si no estás muy cansada,

pero hay uno entre todos que es mi preferido,

que si me ofreces todos ese es el que pido.

 

Tú has comido ese día lo que has querido,

la mesa se recoge y tu pareja se ha medio dormido,

le roneas tontorrona entre el sueño y el vicio

oh, bendita sea la digestión mientras practicas el fornicio.

 

Es como que el polvo lo empiezas cansada,

pero la solución siempre es una buena mamada,

no lo digo yo, lo dicen los expertos

que echar un polvo a la hora de la siesta revive a los muertos.

Es como que el día estaba pasando sin pena ni gloria,

pero si follas a mitad del día ya es otra historia.

 

Este casquete siempre empieza medio lento,

estáis entre el sí y el no en todo momento,

los cuerpos se debaten entre el dormir o el follar

y es que esa cuestión da mucho que pensar.

 

Finalmente acabas cediendo a los deseos carnales,

y una vez que te corres ya estás que te sales,

es como un interludio en mitad del día,

para afrontar todo lo que te queda ya tienes energía.

 

Si encima después aún te queda un rato

un buen trocito de siesta yo siempre cato.

 

Te despiertas comida, follada y descansada,

no habrá nadie que te pare hasta que acabes la jornada.

Qué gusto, qué alegría y qué alboroto,

el polvo de la siesta es mejor que que te toque la bonoloto.