No todos somos iguales, y no pasa nada. Que un amigo no haga por ti lo que tu harías por él no significa que te quiera menos.

En nuestras relaciones siempre esperamos recibir en la misma medida lo que nosotros entregamos, pero como dice el gran Iván Ferreiro … ¿El equilibrio es imposible?.

Esto tiene dos respuestas válidas.

  1. Es imposible si para valorar una amistad consideramos que los demás tienen la obligación de hacer lo mismo que haríamos nosotros en su lugar.
  2. Es posible si entendemos que todos somos diferentes y cada uno responde a cada situación de una manera distinta.

En esto hay algo básico. Y es que siempre esperamos que los demás sean como a nosotros nos gustaría, pero…¿Y si los demás nos exigieran que actuáramos de un modo u otro porque para ellos es lo más conveniente?

Me costó muchos años entender que si yo siento la necesidad de visitar a un amigo con gripe, él no tiene que sentirlo así en el caso contrario.

Que si yo pago una ronda de cervezas porque me da la gana, al que invité no tiene porque hacerlo,

Que si yo aviso siempre para hacer mil planes, no tengo que esperar que los demás también lo hagan,

Que si me invitan a una casa y yo me levanto a ayudar a recoger no tengo que dar por hecho que en la mía lo harán,

Que si soy detallista con la gente a la que quiero, no tienen porqué serlo ellos también…

Que si me ofrezco a hacerle un favor a alguien, no significa que ese alguien se ofrecerá en el futuro,

Que si yo soy intensa y entregada, los demás no tienen porqué serlo.

¿Que duele a veces? Sí, ¿Que hay que aprender a ser pragmáticos y no ser tan egocéntricos? También.

Que tu amigo no haga exactamente lo que esperas no significa que te quiera menos que tú a él. Tan solo tenéis formas diferentes de demostrarlo y ninguna es mejor que la otra.

¡Ojo! No se trata de aceptar que te menosprecien, y que no valoren nada de lo que haces y jamás hagan nada por ti, si no de encontrar el dichoso equilibrio.

Y ahí es dónde viene la parte difícil. La parte en la que lo comprendes y aprendes a querer a las personas tal y como son. Y dejar que te afecte tan solo las cosas realmente importantes, de lo contrario solo tú sales perdiendo.

Y como cita una de las mejores series (SNY) “Y se dio cuenta de que la vida no era eso, la vida es caer y levantarse, y volverse a caer y volver a levantarse; la vida es alegrarte los viernes y joderte los lunes, y abrazarte a quien te abrace y a quien no te abrace pues no te abrazas y punto y no pasa nada”.

Y claro que no pasa nada, porque qué bonito es cuando aprendes a valorar las pequeñas cosas que te dan los que te rodean, que quizás para ti no sea mucho, pero tal vez para ellos sí. Y ahí, justo ahí, está el dichoso equilibrio.

Marta Freire