Cumplimos años, llegamos a los 30, maduramos y esas cosas. Aceptamos a la gente tal y cómo son y esas cosas. Porque somos personas adultas, que dejamos años atrás las movidas del patio del colegio, incluso las tonterías de la uni. Porque al final superar la adolescencia implica aprender a estar a gusto con tu gente, respetar a los que no son como tú  y básicamente, darte cuenta de que no eres el puto centro del universo. Vamos, que te dedicas a vivir tu vida, sin estar pendiente de a ver cómo fastidio la de los demás.

Pero, ese momento cada vez parece más difícil de alcanzar para algunas personas. Personas ancladas en una adolescencia eterna, personas que siguen viviendo las relaciones personales como si siguiesen en el patio del cole. Todos tenemos tics de estos, pero si haces la mayoría o todos, joder, ¡madura ya!

  1. Cuando empiezas a contar asistencia a tus amigos.
    A ver, has salido solo dos sábados este mes. Me la pica que tengas que pagar el alquiler o que estuvieses cansada. Aquí hay que fichar.
  2. Que alguien se haya casado y tenga hijos con menos de 30 es súper cutre y te da derecho a meterte con ellos a tope. Pringados
    Buah, ¿de qué va eligiendo una vida súper diferente a la mía y siendo feliz?
  3. Soy una persona súper madura y educada, pero lo de saludar a la gente con la que tratas habitualmente tampoco es necesario, no?
    Uy, llega Pepita a hablar con nosotros le voy a quitar la cara y no le voy a saludar, no vaya a ser que piense que me cae bien.
  4. No entender que a la gente le puede caer bien gente que a ti te cae mal.
    Los amigos de mis enemigos aunque fuesen mis amigos ahora son mis enemigos. ¿Es que no aprendiste nada en el patio del cole?
  5. Me he picado porque has hecho un plan sin mí, pero yo pienso hacer todo sin ti.
    Como tengo que ser el centro de atención de todo el mundo, me parece una falta de respeto súper fuerte que no contases conmigo para cenar con tus amigos de la uni.
  6. El «no me ralles» como epicentro de las conversaciones.
    Mira que hablar de todo es guay, pero yo no tengo aguantar tus problemas, cuando empezamos a ser amigos no me dijiste que dentro de unos años ibas a pasar esta mala racha. Casi mejor que me alejaré de ti, no vaya a ser que me lo pegues.
  7. Tus horarios complicados, tu sueldo de mierda o tu ansiedad galopante, no son excusas para mis planes.
    ¿De verdad tengo que amoldarme alguna vez a tus necesidades? ¿Y qué hay de las mías?
  8. Miro tus fotos, miro tus stories, pero nunca le daré a like.
    A ver si te vas a creer especial o algo con mi like. Eso sí, me las sé de memoria.
  9. De hecho, a pesar de que tratemos habitualmente y no tengamos ningún tipo de problema, te borraré de Facebook porque me sale de las narices. Al resto de tus amigas, no.
    Pero no te preocupes que haré como que no pasa nada y te seguiré saludando como si nada todos los días. Pero estos pequeños poderes que nos otorgan las redes sociales alimenta mi floja autoestima.
  10.  Cada mes tengo un nueva mejor amiga, de esas que no me rallan, salen a tope y me ríen las gracias.
    Tú lo fuiste, pero es que has tenido un hijo y ya no me haces tanto caso.