Ser madre (o padre) cambia por completo tus rutinas y tu vida. Es lo que todo el mundo te dice en cuanto te quedas embarazada. Y es verdad, especialmente si antes eras una lectora compulsiva de noche  que odiaba madrugar y de repente te ves en pie todos los días a las seis de la mañana en aras de la conciliación. Pero lo que la gente no te suele decir es que en dos pestañeos ya no tienes un bebé, sino una personita risueña, curiosa y parlanchina con muchas ganas de hacer cosas. Y que en ese preciso momento empieza una de las épocas más desternillantes de tu vida.  Vivir con un peque es absolutamente genial y trae a tu vida cosas tan divertidas como estas:

  • Puedes enguarrarte de mil maneras distintas por el bien de la educación de tu retoño.  Vas a meter las manos en cien sustancias distintas para enseñarle el significado de las palabras rugoso, suave, granulado, viscoso, blando, húmedo, seco… Le enseñarás a moldear plastilina, a hacer papel, a construir castillos de arena, a hacer presas en cualquier fuente de agua, a saltar en los charcos, a pintar con témperas, a tejer… Acabarás sucia y exhausta. Y te encantará.
  • Volverás a sentirte pequeña comprando material escolar. Te cogerá tus subrayadores, pero a cambio siempre tendrás rotuladores de todos los colores, ceras y gomas de animalitos en casa. Y no hablemos de los papeles y cartulinas de colores. Y de la purpurina. OH DIOS! LA PURPURINA. Toda tu casa tendrá brillo, y acabarás viendo purpurina de las manualidades del domingo en tus informes del jueves

 

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  • Vas a volver a comer chuches, todo para enseñarle a compartir claro. No es gula, es por su bien. Para que no se empache, para enseñarle buenos hábitos alimenticios, para ver si pica, por si tiene colorantes chungos, por si está muy dura… Escoged vuestra excusa que a mi me valen todas. Los gusanitos están mucho más ricos de lo que recordáis.
  • Pondrás tu casa patas arriba en aras de la ciencia. Un día te preguntará qué es flotar y acabarás llenando la bañera de agua y poniendo media casa dentro mientras ella observa lo que flota y lo que no. Aprenderás a exprimir musgo para encontrar cosas vivas que ver en el microscopio. Volverás a tener esas molonas cajitas de minerales en casa. Buscarás hadas en los arbustos. Volverá a decepcionarte que Plutón ya no sea un planeta y querrás anillos como Saturno. Harás cosas muy raras con una naranja, una linterna y una bola de papel de aluminio para explicarle las fases de la luna. Plantarás lentejas en algodón con agua. Y no, no tendrás valor para decirle que por más que buscaste no has visto un hada en tu vida.
  • Volverán los bizcochos caseros y las galletas a tu vida. Y las pizzas con caritas dibujadas, las setas de huevo cocido y tomate, las tartas decoradas con lacasitos y gominolas… Y con la excusa de enseñarles a comer de todo, también comerás de todo tú. Es una oportunidad increíble para mejorar tus hábitos alimenticios y divertirte al mismo tiempo.

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  • Subirás a tiovivos, trenes de la bruja y demás atracciones infantiles porque que suba solo es peligroso e igual se cae. Y le darás al botoncico de la bocina sin ningún pudor haciendo ritmos duramente todo el viaje. Querrás más pero lo negarás para no malcriarle. Planearás ir con tus amigas de nuevo cuando esté dormido.
  • Jugarás con sus juguetes tanto o más que ellos. E incluso le regalarás alguno que te gusta en realidad a ti, por el bien de su educación claro. Hay algo más didáctico que un LEGO de StarWars? O que un LEGO de BATMAN???
  • Merendarás en el parque en plan picnic bien; con manta, juguetes, recogida de flores, observación de bichos, variedad de sándwiches y dulces caseros, bebidas, el sol en la cara y emoción incontrolada si avistamos un nido de pájaros entre el follaje.

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  • Redescubrirás los dibujos animados, y las pelis de dibujos. Tus gafas violetas te lo van a poner difícil para encontrar series que te gusten,  pero morirás de amor por “Juan y Tolola”, de ternura con “Ponyo” y de miedo con “Coraline”.
  • Disfrutarás de sus amigas y amigos tanto o más que ellos. Vas a estar fascinada con sus conversaciones sobre el mundo y te machacarán a cosquillas. Nunca tener visita será algo tan divertido. Descubrirás otra vez que las personas somos variadas y diversas desde pequeñas. Sabrás que tienes un huequito en el corazón de los amigos y amigas de tus hijos cuando dejen de llamarte “mamá de …” y se aprendan tu nombre.  
  • Volverás a leer cuentos y poesías que te van a encantar. Vas a adorar a Olivia, te sabrás de memoria “La oruga glotona”, “Esto no es una caja”,” Yo mataré monstruos por ti”, “Adivina cuánto te quiero” y muchos más. Y si, te emocionarás cuando empiece a leer solo, y te pida leer una página más antes de apagar la luz para dormir.

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  •  Vas a tener los mejores retratos del mundo. Ese pequeño ser que parece que a veces no te hace ni caso va a dibujarte docenas de veces y a escribir al lado de tu retrato MAMA, MAma, maMA, mAmA, MaMa , MAMa….  compulsivamente hasta llegar al “mami” que tú adoras escuchar.

Aviso a navegantes: el mundo real no es Pinterest. Eso significa que el agua moja, la pintura mancha, los gusanitos se pegan a todas partes, a veces no hay tardígrados en el musgo y el bizcocho sube a cachos. No te preocupes, el bonus track de todo ese despliegue de actividades es que nada te transmitirá tanta paz en el mundo como asomarte a su camita y ver esa manera de dormir.  Entonces podrás descansar tú también como nunca y dormirte pensando: MAÑANA MÁS!!!!

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Autor: Carme Casado.