Parece ser que la Real Academia de la Opinología (RAO para los amigos) ha abierto la veda en eso de enviar catedráticos junto a cada madre primeriza del planeta Tierra.

Puede que sean las hormonas fluyendo a toda pastilla por nuestro cuerpo, o que lo de adaptarse a cada etapa de la vida de un hijo nos esté cambiando el carácter; pero un detalle es más que evidente: estamos hartas de preguntas y afirmaciones que se entrometan en nuestra labor como madres.

Porque, ya vamos avisando, una cosa es ofrecer un consejo previamente solicitado, y otra muy distinta es lanzar la cuestioncilla de marras con, digamos, unas segundas intenciones muy obvias.

«¡Qué gordit@ y sanot@ se le ve! Le das teta, ¿no?»

Está claro que quien pregunta algo de este modo, primero, no es lo suficientemente cercano para saber cómo estás criando a tu bebé, y segundo, tiene ya listo un discursito pro-teta muy bien preparado por si se te ocurre responder que tu de pecho nada. Solo aviso.

«¿Pero todavía duerme en vuestra cama?»

A día de hoy no he logrado entender qué le importará a la gente con quién duerma o deje de dormir yo como persona, mujer y madre. La solución clara y concisa es ser drástica: «¡Sí! Es mi hijo y descansa donde a nosotros nos da la gana«. Lo siguiente es que te intenten instruir con las mil maneras que existen para conseguir que un niño duerma solo en su cuarto. Yo ya me las sé todas pero me quedo con una: cuando le apetezca y sin obligarle.

«Déjale que llore, ya se le pasará…»

Partamos de la base de que cada uno gestiona los berrinches a su manera, pero si yo me muero de ganas por consolar y acompañar a mi hijo que, no lo olvidemos, está pasando un mal momento… ¿por qué narices no debo hacerlo?, ¿solamente porque me lo digas tú, «persona ajena a mi crianza»?

«Pues el mío ya (camina, come solo, sabe multiplicar…), ¿el tuyo no?»

Vamos, una forma poco sutil y nada elegante de dar a entender que mi hijo es bobo. Horrible manía que tienen algunas madres de pregonar los logros de sus churumbeles y de jactarse sin venir a cuento. He llegado a cambiar de parque por no aguantar a según que chicas de este tipo, con esto lo digo todo.

«¿Y no puedes dejar al peque con alguien?»

Esta es la típica frase que suele salir de esas amigas sin hijos y, aunque muy probablemente no serán conscientes de lo que representa, sienta como un tiro. «No mi niña, si yo de entrada no he planteado esa posibilidad es obviamente porque quiero que venga conmigo«. Contad con ello amigas, no nos gusta que se intente aparcar a nuestros hijos como si estorbaran. Nosotras sabemos perfectamente a dónde debemos o no llevarlos.

«Va a la guardería, ¿no?»

Dar por hecho ciertas cosas se convierte muchas veces en un juicio en toda regla. Se ha normalizado de tal manera que los niños vayan a la escuela infantil antes de entrar al colegio, que parece que el no llevarlos sea negarle una parte de la educación. Es elección de cada familia y está claro que las guarderías son un gran apoyo para la conciliación laboral. Pero no, opinólogos del mundo, no es algo obligatorio ni estrictamente necesario.

Muchos dirán que cuánta exageración, que la gente solo intenta ayudar… Deciros, amigos y amigas de la RAO, que es este un buen momento para daros un puntito en la boca y así dejar respirar tranquilas a todas las madres ya sean primerizas o no. ¡Porque lo estamos haciendo bien!