A ti, querida desconocida. A ti, que hoy no pasas por tu mejor momento y crees que no te quedan fuerzas. A ti, que tal vez piensas que ya no volverás a amar y que no te amarán. A ti, que ves el fin de tus estudios a kilómetros luz y tienes dudas de todo lo que pueda venir. A ti, que ya no encuentras motivos para pelear con esmero. A ti, que esperabas más de la vida y no ves tus sueños cumplidos. A ti, que crees que tienes demasiados kilos de más y que eso no te deja remontar el vuelo. A ti, que te dijeron que lo último que se pierde es la esperanza y tú has decidido no buscarla. A ti, que prefieres mirar hacia otro lado.

Te diré que respires. Vuelve a hacerlo y tómate el tiempo que quieras.

Deja que el dolor se instale en tu cuerpo. Deja que resbalen las lágrimas que tengas dentro. Si te alivian, llora. Si lo necesitas, grita; pero no te hagas tolerante a la tristeza, por favor. Date un tiempo, pero oblígate a poner fin y, cuando te atrevas, levanta el teléfono y dile a quien necesitas que le necesitas. Parece obvio, pero hay que ser muy valiente para hacerlo. Si necesitas que te escuchen, habla. Y hazlo con fuerza, porque a veces dejamos que las cosas pasen, sin más. No las analizamos, no les damos la importancia que tienen y aguantamos una carga que, muchas veces, es innecesaria. No hace falta que te diga que “las penas con rumba son menos penas, morena”.

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Pero recuerda que el ser humano está hecho, enterito, de amor. Y te garantizo que todos vivimos en una montaña rusa. Hoy puedes pensar que no hay salida, pero mañana verás que hay un horizonte lleno de oportunidades dispuestas para ti.

Esas mariposas que has sentido alguna vez en el estómago, volverás a sentirlas. Puede que las provoque un ser que camine de tu mano o puedes provocarlas tú misma; porque te prometo que existen flechazos bien fuertes con la vida. Con toda ella. Ni más ni menos. Ocurre cuando menos piensas, el día que sales a la calle sin esperar nada más que el disfrutar de tomar aire. Es entonces cuando te atrapa un rayo de sol que se ha colado en el día de lluvia, o llega un aroma que te devuelve el recuerdo de un momento entrañable. También sucede una mañana de primavera, cuando paseas por los campos en flor y recuerdas la felicidad en manos de los pájaros volando. Y amas, por supuesto, los ratos a solas, recordando la persona valiosa que eres; o el momento en el que el espejo te devuelve una sonrisa que pensabas que no verías ya. También te da un vuelco el estómago cuando te imaginas a ti viviendo la vida que siempre has soñado. Tú decides: la imagen de un piso pequeño decorado a tu medida, un viaje esperado en buena compañía, un paseo por el parque con un posible hijo futuro, un concierto en el país vecino o una comida con tu familia.

Despierta. Estás en el camino. Ya sé que a veces parece que se evapora la ilusión porque no vemos que el objetivo que nos pusimos esté cerca; pero estás en el mundo, así que haz el favor de ocupar el lugar que te corresponde. Te lo debes. ¿Verdad de Perogrullo? Puede, pero es que no se me ocurre mejor razón para hacer lo que siempre has querido que el hecho de que en tu mano está buscar la fuerza para hacerlo.

Busca bien dentro de ti, que aún te queda energía para salir a devorar el mundo. Yo confío en ti.

Little Lizard

Fuente de las imágenes: Cofidis