Mucho se ha hablado por estos lares de la epidemia de los hombres que desaparecen. Concuerdo perfectamente en que una huida, ya sea de carácter romántico o un simple folleteo, jode, y no en el buen sentido de la palabra.

Sin  embargo, nunca se ha ha hablado de esas amistades que simplemente se desvanecen como mis ganas de hacer dieta cuando hay chocolate delante.

Os pongo en situación: Me presentan a un compañero de clase via Whatsapp, con quien charlo y la cosa parece ir bien. Hasta aquí, todo normal. Pasan los días, nos vemos personalmente en dicha clase, y ¡sorpresa!, es incapaz de mirarme.

Pienso que quizás no se dio cuenta, o no me recordaba. Intento volver a hablarle por whatsapp. Respondió el maldito doble check azul. Aun así, le pregunté de buenas maneras si había alguna razón para su pasotismo hacia mi persona. Respondió esa vez, pero con excusas, y muy, muy malas.

Aún hoy en día me ve y pone malas caras, o me ignora.

Situación más reciente: Conocí en un grupo de la universidad a un chaval con quien hice buenas migas. Charlamos un par de veces y había buen rollo, como se suele decir. Un día, quise invitarlo a mi cumpleaños, pero nunca respondió. Intenté hablarle a través de otras redes, pero me había borrado  y dejado de seguir en todas ellas. La pregunta siempre era la misma:
»¿Por qué?¿Qué se supone qué te he hecho, alma de cántaro?»

Personalmente, odio estas situaciones y a ese tipo de personas. Esas que no tienen cojones u ovarios a decirte claramente por qué de repente les pareces el demonio. Yo soy una persona que siempre intenta estar bien con la gente, que me disculpo cuando la he cagado y no me da miedo decir tres cosas a la cara cuando hace falta. Pero parece que no todos son así.

Te dejan con el amargo sentimiento de culpabilidad. Te hacen creer que pasan de ti por algo que les has hecho. No tienes ni idea de que ha sido. Les has hablado siempre de buenas maneras y has estado siempre ahí para ellos. Pero aparentemente, has hecho algo imperdonable. Tanto, que ni te van a decir el qué. Algo innombrable, horroroso.

Llamadme exagerada, pero no entiendo qué pasa por la cabeza de esas personas que primero te tratan bien, y dejan de hablarte de buenas a primeras. Que son incapaces de decirte donde ha estado el fallo. Si es que existe tal fallo por tu parte. Igual es que esas personas son gilipollas simplemente. Pero una tiene demasiada buena fe en la especie humana.

Eso me hace reflexionar y preguntarme si realmente somos la especie más avanzada. Somos los únicos tan tontos como para rechazar a primera vista. Los únicos que dejan escapar la oportunidad de conocer a una persona de puta madre, de aprender cosas nuevas y de divertirse porque sí.

A esa clase de persona quisiera decirles que antes de irse, digan abiertamente el porqué de su decisión. Os aseguro que nadie os va a atar a una piedra para que os quedéis a su lado, solo se pide un motivo por vuestra parte.

¿Os ha pasado alguna vez algo así? Agradecería que charlásemos por comentarios. Un saludo a todos y hasta la próxima.

Autora: Mari Ángeles Utrera Martínez