Alguien me dijo una vez: “cada una tiene la suerte que desea…”. Al escuchar tales palabras es inevitable echar un vistazo al pasado, poniendo especial atención a los dramas y culebrones del desamor en los que la mala suerte fue mi aliada. Tanto fue así, que hubo una época en la que tenía muy claro que de haber tenido que buscar una aguja en un pajar la hubiera encontrado… ¡porque me habría pinchado con ella! Y es aquí cuando empiezas a buscar culpables, porque, admitámoslo, nosotras nunca tenemos la culpa… Es entonces cuando recuerdas las cadenas de mails que rompiste, el día que tuviste que pasar por debajo de esa escalera, aquel gato negro que seguro me echó un mal de ojo, al gato negro y tuerto del vecino (ese fijo multiplica por dos)… porque…¿cómo admitir ser yo la culpable de esta mala suerte que constantemente me acecha?

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Gracias a Dios mi cabeza no olvidó tan sabias palabras y, es hoy, cuando por fin entiendo que mi suerte es producto de mi propia autoestima. La autoestima… esa gran amiga que de no cuidarla y mimarla como es debido puede convertirse en tu peor archienemiga y boicotear todos tus: planes, objetivos y como no… ¡tu suerte! De nuestra autoestima depende nuestra manera de interpretar la vida y la de afrontar las diferentes situaciones que se nos presentan. Y si, compadecerse por estar en un pozo es más fácil que luchar por salir de él, pero debemos aprender a querernos y a valorar nuestras virtudes, que seguro no son pocas…

Ahora bien… cuando se trata de los demás… ¡la cosa cambia! No sólo queremos la aprobación y la adoración por parte de ellos, ¡las exigimos! Pero… ¿Por qué buscamos en los demás un cariño y un aprecio que ni nosotras mismas nos damos? ¿Acaso no aprendimos nada viendo “la Bella y la Bestia”? Porque el secreto de la felicidad está en creer en una misma, la felicidad está en nuestro interior, en pensar que todo es posible y en eliminar todo aquello que nos lo impide. ¿Significa eso que debemos dejar de escuchar las opiniones y juicios negativos que los demás puedan emitir sobre nosotros? ¡SÍ!! Porque de no hacerlo nos lo acabaremos creyendo…  todo se convertirá en mala suerte y largos culebrones de corazones desdichados nos convertirán una y otra vez en grandes reinas del drama…

Di NO! A las etiquetas, a quien no te valora, a quien no cree en ti, a los juicios y opiniones facilonas que no te aportan nada (aunque tampoco caigas en el error de creer que eres perfecta… porque de pensarlo nunca llegaras si quiera a aproximarte a ello). Como diría Pumba: “Hakuna Matata”. Se egoísta, piensa en ti, déjate equivocarte y aprende de tus errores porque al final… ¡si crees en ti sucederá!

Autor: Marta S   :)