Dicen que somos diferentes, Carla. Aquello que se aleja de lo normal, y alguna gente confunde con antinatural. Y lo diferente provoca miedo, el miedo lleva al odio, y el odio al sufrimiento. Tras la lucha en el Congreso (salvo el partido popular) por modificar la actual ley de indentidad de género, reguladora de la rectificación registral de la mención relativa al sexo de las personas, se desencadenó una ola de odio por las redes sociales hacia Carla Antonelli.

transfobia

El mundo mejora cuando dices NO y te alejas de gente que contamina con ideas de odio y rechazo, aquello que ellos no consideran normales. El amor mueve el mundo, pero a veces el odio engrasa la maquinaria. Y hay que estar muy vacío y lleno de rencor para provocar dolor a quienes se acercan con ganas de ganarse la libertad. No envidio vuestro infierno.

Dentro de la transexualidad existe la idea de que las mujeres transexuales somos hombres que se convirtieron en mujeres, o mujeres que nacimos atrapadas en el cuerpo de un hombre. Hay gente que también piensa que somos homosexuales. Aunque la idea generalizada es que tenemos un trastorno de personalidad, y por lo tanto disforia de género, provocando una patologia tremenda. Declararse enferma mental para poder reconocer tu género. Bendita locura.

Hay gente que no está a gusto con sus pechos, con su barriga o su estatura, y a esta gente no se le dice que tiene disforia de pechos o de altura. ¿Por qué el género es lo único sagrado que no se puede cambiar? Porque en mí hay un género que no se configuró nunca. Por más socialización que hubo, por más cultura, por más violencia. Soy una mujer que se hizo justicia a sí misma en medio de un mundo social en el que las que menos justicia tienen son las mujeres.

Yo soy mujer porque nunca fui un hombre. Cuando me hice visiblemente Lucía, yo seguí comiendo lo mismo, pensando lo mismo, sintiendo lo mismo. Yo no cambié. Yo solamente hice visible en mi exterior lo que siempre había sentido en mi interior. Yo no transicioné. Siempre fui la misma, pero las lecturas sociales hacia mi cuerpo eran otras. La transexualidad me dio la oportunidad de nombrarlo y de saber cuales eran las herramientas para ejercerlo. Pero si no lo hice antes no es porque no supiera quién era o porque no lo sintiera, era porque no sabía cómo.

transexualidad

La empatía superficial es muy fácil de promover, pero muchas veces cuando rascas un poco, encuentras un iceberg de ignorancia, contradicciones y rechazo. La gente está lejos de entendernos, Carla, porque no somos visibles.

34 gobiernos de Europa obligan a las personas transexuales a:

– Esterilización
– Divorcio
– O diagnóstico de enfermedad mental

Sí, Europa. No estamos hablando de países tercermundistas. Hablamos de nuestras casas.

No tienes derecho a tener un nombre
No tienes derecho a que el estado y / o el sector privado reconozcan tu identidad legal
No tienes el derecho de casarte con la persona que amas
No tiene derecho a tener hijos, biológicos o por adopción
No tiene derecho a tener autonomía sobre tu propio cuerpo, mente, emociones, condiciones psicológicas o identidad en absoluto
Se te considera incapaz, perturbada mentalmente, un «error» (que debe ser eliminado o reparado) por la medicina y por la ley

Estás completamente en manos de otros que no son como tú, que no te entienden, que no tienen que cargar con el peso o los prejuicios y la intolerancia que llevas contigo, pero ELLOS son los que tienen un estatus legal para decidir por ti lo que supuestamente (según sus estándares) es lo mejor para tu vida …

Tú aceptas sus condiciones, te humillas, te adaptas, te mutilas, te anulas a ti misma, todo para poder obtener los derechos más básicos que todas las personas a tu alrededor ya tienen sin hacer nada.

Y nunca lo olvides, ¡no demuestres ninguna tristeza, ansiedad o ingratitud! Te quejas demasiado, dicen… Todo estará bien, repiten…

Sin embargo, ellos «SON», y tú simplemente «TE IDENTIFICAS COMO …»

Mientras tanto, sobrevives con las sobras que cayeron de la mesa de «derechos civiles» esperando su buena voluntad hacia ti…

Que me impidan tener derechos también es una violación.
Que no pueda poner una denuncia por violencia de género porque no tengo un nombre de mujer en el DNI, es una violación.
Que sienta vergüenza cada vez que voy a un hotel, al médico, a Hacienda o simplemente pagar con tarjeta y tenga que enseñar un plástico rectangular que no dice quien soy, también es una violación.
Que no me den trabajo a pesar de estar perfectamente capacitada porque mi nombre no encaja con mi cuerpo, también es una violación.

El derecho a la identidad no se diagnostica. Se reconoce y se respeta.

Y hoy quiero que sepas que no estás sola, Carla. Que el dolor compartido, es mucho mejor llevado. Que quienes sufrimos el odio irracional de los que se creen moralmente superiores no nos vemos asustadas. Porque cuando eres feliz, no te importa la opinión de los demás. Sabes que tu vida vale más que la crítica de los insatisfechos. Y si todo lo que este mundo tiene para intentar pararme es la transfobia, en realidad no tienen nada. Porque lo único que puede frenarme es que alguien me meta una bala entre ceja y ceja. Es mi género, es mi cuerpo, es mi identidad, es mi libertad, y eso no se negocia, a ningún precio.

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@LuciaLodermann
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