Hola, princesa. Soy yo, tu voz de la conciencia/hada madrina/cangrejo cubano/como quieras llamarme. Y vengo a recordarte unas cuantas cosas de princesa que tal vez este mundo extraño te haya hecho olvidar.

Punto 1. Eres una princesa. En concreto, eres la princesa de tu propio cuento: tu vida. No la reina, aún no, porque te estoy recordando que eres una princesa. Cuando asumas que eres una princesa, podrás ser reina. Y salvar a tu pueblo (o civilización perdida oculta bajo el mar) de unos mercenarios que buscan el cristal que os da la vida para venderlo al mejor postor. No es necesario que el cristal se aloje en ti como en Kida.

Punto 2. Eres asombrosa y maravillosa en todo lo que haces. Porque así son las princesas auténticas. Eso es así. Así que deja de quejarte y de pensar que no vales o no haces las cosas bien. Porque eres. Una. Maldita. Princesa. ¿Acaso Mia Thermopolis es perfecta? ¡Es torpe como ella sola! ¡Y por eso es absolutamente genial, espontánea y divertida! Tus características únicas te hacen estupenda.

Punto 3. Tus dones van más allá de lo que crees. Quien dice cantar como los ángeles en un bosque rodeada de animales, como Aurora, o enderezar a un grupo de enanitos, como Blancanieves, dice encontrar la salida del metro en plena hora punta después de haber pasado tres transbordos y sin perder la dignidad. Eso sí es un don.

Punto 4. Tus debilidades también son tus fortalezas. ¿Se echó hacia atrás Ariel por no tener su voz? No. ¿Pudieron frenar las bitches de sus hermanastras y madrastra a Cenicienta? Negativo. ¿Una torre pudo mantener encerrada a Rapunzel? Qué va. ¿Se quedó en casa Mulan por no ser un tío y no poder ir a la guerra en lugar de su padre? ¡No, diantres! ¡Se disfrazó de Ping y salvó a China de Shan Yu y los hunos! Por eso, no ser como pretendías o tener características poco frecuentes no son excusas para no ser la jefa.

Punto 5. Aunque eres una princesa, puedes ser lo que tú quieras. Bella no se conformó con ser una simple provinciana casada con el cabrito de Gastón, aspiraba a más (¡y vaya si lo consiguió!); Tiana tenía el sueño de abrir su restaurante y no lo perdió de vista en ningún momento; Jasmine no era un premio que ganar; y Pocahontas abrió el corazón para entender lo que estaba pasando a su alrededor y fue capaz de salvar a su pueblo. ¿Tú quieres ser la mejor contable a este lado del Atlántico? ¡Vale! ¿Has estudiado una carrera que no te llena y quieres lanzarte a ir en autocaravana por toda Europa haciendo fotos? ¡A por el carné de conductora de caravanas! ¿Quieres ser investigadora forense? ¡Pues a ello! Tú guías tu propio destino, no al revés.

Aaa volar, baboso

Punto 6. Lo del príncipe azul no es obligatorio. Recientemente tenemos los ejemplos de Mérida, Elsa o Vaiana (Moana en su versión en inglés), que no necesitan a un hombre fuerte a su lado que las defienda y proteja. A ver, la primera es la mejor arquera de la región, la segunda es la reina de las nieves (por Andersen, la. Reina. De. Las. Nieves), y la tercera es amiga del océano. Y tú también tienes algo poderoso dentro de ti. Ve, averigua qué es, y hazte dueña de tu vida. Si hay alguien que te acompaña, genial, si no, pues tampoco pasa nada.

¿De acuerdo, princesa? Eres la protagonista de tu propio cuento, nadie más puede serlo, y mereces tener una historia que hable de ti. Eres brillante, mágica y especial, y nadie puede arrebatártelo. Ni Úrsula con sus hechizos, ni Maléfica con toda su mala milk, ni la retorcida madre Gothel, ni siquiera el pirado de Jafar. Sí, te encontrarás villanos en tu camino, pero también compañeros de viaje, tan encantadores que merecerán ser tus secundarios. Ve, princesa, teje tu destino y sé feliz.

P.D. Vale, OK, algunas de estas princesas lo son por casamiento, pero lo son, ¡también son princesas de su propia vida! Y sí, faltan muchas auténticas cracks Disney, pero no me cabían más. Aunque… Es un buen día para repasar los clásicos. ¿Te animas a una maratón de pelis?

 

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