Hoy he decido escribirte a ti. Te escribo para agradecerte el buen rollo con el que impregnas la casa cada mañana, cuando te contoneas alegre y aportas calidez a los corazones de quienes están despiertos. Te escribo para decirte que adoro la manera en la que miras, enamorado, el fuego, el calor, con ese aire melancólico que intriga e incita a pensar.  Te escribo para decirte que me gusta mirarte mientras duermes, cuando sueñas y te mueves, revuelto, divertido, adoptando posturas dignas de captar con una Polaroid. Te escribo para decirte que eres un poco pesado cuando decides proclamarme merecedora de tu cariño y me utilizas de colchón, aunque en el fondo sabes lo mucho que me gusta el gesto.

Pero también te escribo para quejarme de tus cambios de humor, de tus idas y venidas. Para decirte que no hace falta que te erices cada vez que me acerco a tu plato. Te escribo para tranquilizarte, para recordarte que nunca te abandonaremos y que no es necesario que te enfades cada vez que me marcho y decido no llevarte conmigo. Te escribo para decirte que bajes la guardia, que no tienes por qué montarle el numerito a cualquier individuo que se te antoje como extraño cuando pasees por la calle. Aunque, en el fondo, me gusta ese radar tuyo para detectar capullos, sobre todo en aquel episodio en el que el protagonista fue mi exnovio.

Te escribo para decirte que me gustas, a pesar de tu mal aliento, de tu fobia al agua y de tu particular forma de relacionarte. Me gusta el suave pelo que recubre tu cuerpo, tu manera de sostenerte sobre cuatro ejes. Me gusta, también, cuando te sostienes sobre los dos traseros, y la forma en la que centellean tus ojos cuando miras a las personas que quieres. Y es que eso, tus ojos, pequeños, oscuros, redondos, saltones, también me gustan. Por gustar me gusta hasta cuando te mojas el bigotillo, y tu boca se contrae en una divertida mueca que recuerda a la de un abuelo que se ha olvidado de colocarse la dentadura.

Pero, ante todo, me gustas por ser verdadero, por ser fiel, por ser mi particular compañero. Me gustas porque regalas cariño, compartes felicidad y aportas todo aquello que ninguna persona puede aportar. Y te escribo, sobre todo, para compadecerme de todos aquellos que menosprecian el valor que tiene un perro.

Aurora Herrera