Como cada año los villancicos de Raphael han inaugurado esa temida época llamada Navidad donde aparcar se convierte en una tortura y caminar por el centro sin chocarte con la gente es un deseo que los Reyes Magos no te concederán. Aun así, a pesar del frío congela-dedos, son fechas de alegría, ilusión y sentimientos positivos… o no. Resulta que no es oro todo lo que reluce y durante las fiestas navideñas aumentan los niveles de ansiedad, estrés y depresión en la población.

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¿Cómo identificar la ansiedad navideña?

Las aglomeraciones, los excesos con la comida, los cambios de horarios, los preparativos, el aumento de los gastos, la presencia de algunos familiares (sí, cuñado pesado, hablo de ti) y la ausencia de seres queridos son algunos de los factores relacionados con el aumento de la ansiedad navideña. El espíritu de Santa Claus ha calado tan hondo en nuestra sociedad que cualquier conducta mínimamente lejana a la “sonrisa eterna” es reprochada. La presión de la felicidad provoca un efecto de exclusión en las personas con ansiedad y, bombardeadas con la filosofía de “la Navidad es para ser feliz”, acaban sintiéndose culpables por su incapacidad para disfrutar de las fiestas.

Junto a la culpabilidad y el sentimiento de El Grinch, pueden aparecer otros síntomas como mayor irritabilidad y angustia, sensación de falta de control, incapacidad para tomar decisiones, aislamiento, bloqueos emocionales, aumento de pensamientos catastrofistas e insomnio o hipersomnia, especialmente en situaciones límite (por ejemplo, las compras, los preparativos o las cenas navideñas). La mente no es la única que reacciona, nuestro cuerpo también es capaz de decirnos que algo va mal mediante dolores de cabeza, tensión muscular, problemas estomacales, taquicardia, sudoración excesiva, cansancio y dificultades sexuales.

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¿Cómo frenar la ansiedad navideña?

La Navidad tiene una naturaleza que impulsa al cambio, tal vez porque coincide con el inicio de un año nuevo. Una forma de aprovechar estas fechas es mirar atrás con perspectiva e identificar los pensamientos autodestructivos que hemos acumulado durante estos doce meses.

  • Proponte retos asequibles para el nuevo año. Por ejemplo, pedir cita con un psicólogo o crear un diario de emociones.
  • Recordar quienes somos. Los trastornos mentales no son adjetivos, tú no eres tu ansiedad, no es algo que te defina. Si te cuesta recordar quien eres, pide ayuda a tu círculo de apoyo.
  • Recurre a Internet en última instancia. Si las aglomeraciones y las colas interminables te agobian, especialmente en casos de ansiedad social, puedes hacer una wish-list navideña y comprar tus regalos por Internet, que además es más barato. Eso sí, es importante que el ordenador o el móvil no se conviertan en un sustituto de las interacciones cara a cara.
  • La importancia de la planificación. Planifica los gastos y prepara las cenas, los viajes y los regalos navideños con antelación, el estrés de última hora puede ser agobiante. Y si las cosas no salen como lo tenías planeado no pasa nada. Lo importante de la Navidad es la compañía, y eso no cambiará aunque haya regalos feos, platos desastrosos y viajes cancelados de por medio. Adopta una conducta relajada, sin prisas, sobre todo si vuelves a casa por Navidad (como el turrón) conduciendo.
  • Siéntate lejos de tu cuñado. Si te produce malestar la presencia de algún familiar y por narices tienes que compartir unos días con él, lo mejor que puedes hacer es evitar las peleas (para aprender a discutir sin pelear haz clic aquí) y restarle importancia a su presencia. Comparte tus sentimientos con otro familiar con el que tengas confianza y así, si te quedas a solas con el primo pesado, te podrá echar una mano.
  • Aprovecha el tiempo libre. Ahora que tienes más tiempo puedes retomar esas actividades que te sacan una sonrisa. Dibuja, baila, canta villancicos, lee un buen libro, escribe, prepara postres, visita a tus padres o abuelos, prepara una escapada navideña, o crea muñecos de nieve, pero centrándote en lo que a ti te hace feliz.
  • Convierte la tristeza en melancolía. Es normal que estas fechas nos recuerden a los seres queridos que ya no están, con independencia del tiempo que haya pasado. Intenta recordar los buenos momentos y comparte con tus amigos o familia la melancolía. Entre todos podéis recordar anécdotas divertidas, tiernas y alegres. Dejad de lado los últimos momentos o las situaciones tristes, y reíd rememorando los buenos recuerdos porque es lo que esa persona querría que hicieseis.
  • No te tortures por comer de más. En Navidad se come mucho, es un hecho impepinable, pero una vez al año no hace daño. No te agobies por pasarte con la comida de Nochevieja, piensa que es un día para darte un capricho. Romper con nuestra rutina alimenticia de vez en cuando es bueno para la salud mental, además es posible disfrutar de un banquete variado sin petar nuestro colesterol.
  • Pasa de los fantasmas de las navidades pasadas. Todos tus conocidos están en la ciudad, y a lo mejor te habla ese amigo del instituto al que llevas dos años sin ver y que te cae como una patada en el culo. ¿Para qué complicarte la vida? No quedes con alguien que te cae mal solo por compromiso. Adiós a los exnovios arrepentidos, a los amigos bien-queda, a los antiguos compañeros de clase posturetas y, en general, a toda la gente tóxica.

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Posiblemente el mayor problema asociado a la ansiedad patológica es que cuanto más intentamos evitarla, más fuerte se hace. La ansiedad se convierte en un obstáculo cuando transformamos situaciones neutras o beneficiosas en una amenaza, pero su objetivo es ayudarnos a anticipar el peligro, así que en principio no es un sentimiento dañino. Os propongo un propósito de año nuevo, dejad de reprimir y rechazar a la ansiedad como si fuese la peste negra y centrad vuestros esfuerzos en conocerla, identificando las situaciones que la provocan, y aprendiendo a vivir con ella. El verdadero inconveniente no es sentir ansiedad, sino creer que las situaciones que nos han herido en el pasado pueden destruirnos en el futuro.

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Si tú o alguna persona de tu círculo sufre un trastorno de ansiedad, ponte en contacto con un profesional. También puedes leer otros artículos sobre ansiedad pinchando aquí, aquí y aquí.