Con 16 años:

Sales de fiesta, te pones tus mejore galas, quieres pisar fuerte y ligar… ligar mucho; pero nunca te acuerdas que llevas puesta la capa de invisibilidad sobre los hombros. La capa con la que te cubre  ‘tu amiga la guapa’.
Tu amiga, sí, esa que tiene un cuerpazo, es delgada, muy llamativa, interesante y la que se lleva a todos los chicos de calle. Sí, la misma que si se lo propone sale de la mano por la puerta de la discoteca con aquel que se puso de objetivo. Sí, esa misma que se queja de sus 2kg de más cuando a ti te sobran 20 y, por supuesto, la misma que si a ti te ocurre algo a ella le pasa lo mismo pero 3 veces peor.
Aunque sales de casa motivada y con ganas de comerte el mundo, poco a poco te vas dando cuenta de que es siempre ella la que acapara la atención de todo el mundo. Y que si se te acercan no debes ilusionarte pues no es más que para preguntarte por ella: ‘Oye, ¿es tu amiga? ¿Me la presentas? Está muy buena’. Y tú lo haces, y te compadeces de ti misma porque sabes que nunca llegarás a ser como ella. Pasas más o menos la noche, intentas hacer migas con algunos de los amigos del ligue de tu amiga, intercambias algunos bailes, pero ahí se queda todo.
Pasan unas semanas, los vuelves a ver pero no te reconocen (entonces no existían las redes sociales), hasta que aparece tu santa amiga a tu lado y ellos te dicen: ‘Ah, sí! Tú eres la amiga de…’. Y así es como pierdes tu identidad, dejas de ser fulanita para ser siempre ‘la amiga de…’
Ya a solas, en tu casa, lloras y te das pena, te reafirmas en que no vales nada y te intentas resignar a aceptar que al lado de ella siempre llevarás esa capa de invisibilidad.

En la actualidad:

Y entonces con 31 años te das cuenta que perdiste tu adolescencia lamentándote por lo que no eras. Te das cuenta que fuiste tú misma la que decidió ponerse esa capa y anudarla con doble lazo para que no se cayera. La que decidió ser ‘la amiga de’, la que decidió encontrar otra excusa para compadecerse de sí misma y justificar sus desgracias. La que decidió hacerse amiga de la comodidad a luchar por su lugar con un simple:
“No, no me llamo ‘la amiga de…’
Me llamo fulanita”
Es ahora que te das cuenta que no quieres perder más tiempo, que quieres ser tú en toda tu esencia, con una nueva capa de heroína. Una capa con luces de neón diciendo ‘Estoy aquí, por lo que soy, por lo que creo y por lo que siento, no por con quién voy de la mano.’
Estoy aquí porque respeto el lugar que tengo sin cedérselo a nadie, estoy aquí porque no sigo a otros, estoy aquí porque me lo merezco y porque soy única en mi especie.

La Diva