Desde el ‘no te quieres lo suficiente’ hasta el ‘baja de la nube que no eres para tanto’, nos enfrentamos día a día a la eterna balanza desequilibrada. – Madame Baudelarie

Que levante la mano al que no le han soltado una de estas dos frases o similares esta semana ¿no, nadie? Me lo imaginaba… y es que hoy en día cualquier persona, sin ser relevante la talla, tiene esa perniciosa tendencia a juzgar según las pautas que se nos han enseñado desde pequeños, a sufrir ese temible «Efecto Halo», un ejemplo:

Hace cinco años, en tu etapa más macarra, decidiste por gracia divina que sería genial ponerte el pelo de un color fantasía ¿Cómo te miraban? A mí una monja me hizo la cruz, con eso os lo digo todo. Pero ya no pasa –las monjas me saludan-, ahora una chica es divertida, atrevida y una fashionista de cuidado, y como este seguro que se os vienen mil ejemplos a la cabeza.

Esta situación se da, para mi desdicha, también en nuestro cuerpo en sí. Actualmente los curvys, plus-size y queen-sizes en general lo estamos petando en Internet ¡Es genial! Llamamos la atención igual -o más- que una modelo estándar, una fashion blogger y en páginas como LOOKBOOK o Instagram: alaban, llaman valientes, fuertes o incluso una inspiración a la imagen virtual que transmitimos pero, ahí reside parte del problema en cuestión, la cara virtual, porque ahora está de moda dar esa imagen de persona liberal, moderna y atrevida que no tiene ningún tabú social. Los gordis estamos de moda. Pero, a la hora de la verdad, buscamos el primer recoveco oscuro y solitario o el lugar donde más protegidos nos sentimos juzgando–la masa gris- para despojarnos de esa actitud y lanzar todos y cada uno de los prejuicios sociales que tenemos, teníamos y siempre tendremos a esas personas que muestran con orgullo su cuerpo. Porque sentimos ese amor tóxico por ser «verdugos sociales» sin pensar realmente si afectas a otros.

Chicos y chicas curvy de todo el mundo, si salís a la calle con esa actitud atrevida, con ese delicioso je ne sais quoi de divos, enamorareis y os sentiréis mejor con otros, con vosotros mismos y con vuestra vida pero todo no es un camino de pétalos de rosas. tTambién hay espinas, personas que intentarán haceros sentir menos hasta que os veáis como algo desagradable, incluso grotesco y no lo harán siempre de manera intencionada, por supuesto, si no con sutilezas. «Es increíble que seas así a pesar de tu peso»– que son mucho, mucho más letales y en el momento que os sintáis poca cosa vendrán con sus «¿por qué no te quieres?» «Pobrecillo, que lástima, no sabe quererse», pues dejadme que os diga, corazones, que el compadecerse de una persona solo refuerza el pensamiento negativo de esta sobre sí misma.

Como veis, volvemos al punto inicial ¿Entonces, qué hacer contra esta balanza emocional con la que nos someten a su placer?

La respuesta es maravillosamente sencilla: no te subas, gústate por lo que eres, por cómo eres. Porque déjame decirte algo: tu cuerpo será un insulto para otros, pero las obras de arte siempre lo son.

Autor:  M. Baudelaire