En mi época de instituto, varias chicas de clase me hacían bullying porque no tenían nada mejor en qué perder el tiempo. Se metían con mi físico (delgadez extrema, palidez, gafas, dientes torcidos, etc). sin saber que parte de él era debido a padecer un síndrome poco común que solo tiene el 2% de la población que provoca vómitos incontrolables durante días prácticamente cada mes y dura varios años (agradable, ¿cierto?) Solía acabar ingresada en el hospital por deshidratación severa, de ahí la delgadez extrema y palidez. Para más información y entender que ni era bulímica ni anoréxica (y que hace 20 años ni se sabía que hacer con esto, que a mi me daban Coca-Cola y ahora se sabe que la cafeína lo empeora, por ejemplo) pincha aquí.

Como el primer año faltaba bastante a clase (se me quitó con 13) y mi aspecto físico como he dicho no era muy agraciado, las chicas la tomaron conmigo y se pasaron el instituto tratando de amargarme la vida. Al margen de eso hice “amigas”, como la chica de la que os vengo a hablar hoy.


En resumen: creí que era mi amiga, le conté mis cosas y luego se dedicó a decir por el instituto que tenía DEPRESIÓN.

DEPRESIÓN. No sé qué narices tendrán que ver los síntomas que le conté con eso. Me separó de mis otras «amigas», que creían que realmente faltaba a clase inventando excusas por mi DEPRESIÓN (lo de hablar conmigo, o defenderme o eso no se les pasó por la cabeza). Y claro, eso no mejoró mi humor precisamente y dio pie a que realmente todo el mundo pensara que tuviera… DEPRESIÓN. Porque al parecer cuando pones malas caras, respondes a los insultos y andas amargada porque no te dejan en paz, no logras hacer amigos y encima te encuentras mal lo normal es sonreír y ser super feliz. ¿Los profesores? pasando del tema, ni se enteraron ni se quisieron enterar.

Me defendí con toda la gracia que pude, corté la amistad con ella, aguanté comentarios más o menos estúpidos y poco ingeniosos y por fin acabó esa época, fui a la Uni y fui feliz cual perdiz.

Hace poco me encontré a esa chica. No recordaba nada. Nada sobre haber ido esparciendo rumores tan dañinos y que me persiguieron durante años aunque yo tratara de aclararlos. Solo se quedó con “Uy, ¿y esta por qué ya no me saluda?”. Recuerda una amistad de pocos meses y olvida todo lo que fue diciendo de mí.


Hipócrita es poco.

Cuando le expliqué por qué le negué el saludo insistió en que no se acordaba para nada de eso y que “bueno, aunque hubiera dicho algo era una cría inmadura. No hay que darle importancia”. Yo también era una cría. Bastante más madura que tú, eso sí. Tú has olvidado todo el daño que hiciste y yo he ido cargando con él todos estos años, aunque por fortuna haya seguido adelante sin problemas lejos de gente tóxica como tú. Otros no lo hacen.

Moraleja: A todos los que sufrís bullying psicológico, como veis no merece la pena escuchar a esa gente. No les importáis nada, solo os usan como diversión. En cuanto salís de clase os olvidan, y al cabo de los años ni siquiera recuerdan haberos dicho nada. ¿Y vosotros vais a estar rallándoos con lo que os dicen y darles crédito?

No merece la pena.