Dice la gente que lo importante es vivir el presente, que tenemos que disfrutar del momento y no preocuparnos por el qué vendrá. También dice que cualquier tiempo pasado siempre fue mejor y que recordar con añoranza aquellos momentos no es más que una forma de lamentarse.

Siempre me ha dado mucha pereza esta gente, son como una especie de Mr. Wonderful andante y lo último que me apetece es escuchar sus consejos sacados de un manual.

Pero es que… tienen toda la razón del mundo mundial.

No sabes qué narices te va a pasar mañana, y esto es real 100%. Las peores noticias siempre pasan un miércoles a las 5 de la tarde, un sábado recién despertada. Cuando menos te lo esperas. ¿Por qué narices entonces nos preocupamos tanto del futuro? ¿Por qué nos fijamos en la lluvia del fin de semana si estamos a martes y hace un sol espléndido?

Nos preocupamos por poner nombre a las relaciones cuando no sabemos lo que vamos a sentir 5 horas después, ni a quien nos vamos a cruzar. Prometemos amor eterno bajo juramento cuando ni siquiera has conocido a la mitad de los hombres de tu vida. Nos angustiamos con las respuestas rápidas y no nos damos cuenta de la cantidad de posibilidades momentáneas que tenemos para eludir esa ansiedad. Queremos correr cuando ni siquiera sabemos si tenemos zapatos para andar.

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Nos echamos crema anti arrugas, dormimos con anti celulíticos, nos damos rayos uva 3 meses antes de que salga el sol. Vivimos en un continuo futuro y nos olvidamos de lo jodidamente perfecto que es nuestro presente. Nos vemos feas, arrugadas, con las tetas más caídas y el culo menos firme y no somos conscientes de que en unos años estaremos peor, pero ojo, seremos más sabias.

El tiempo no pasa en vano. El tiempo se acelera en los mejores días y se ralentiza cuando le da la gana y a nosotros no nos apetece vivir.

Ojalá quedarme eternamente en ese beso en el portal, en esas vacaciones con mis amigas, en el día que me dijeron que iba a ser tía por primera vez. Ojalá poder congelar todos los momentos felices ¿verdad?

No se trata de lamentarse, ni de quemar cada cartucho de aire como si fuera el último, se trata de vivir con los pies en la tierra disfrutando el día a día. De no malgastar el tiempo con gente que no merece la pena, de decirle a tu madre que la quieres mucho y demostrárselo aún más fuerte. De arriesgarse cuando algo nos da miedo y de aceptar ese trabajo aunque esté a mil kilómetros de tu hogar.

Consiste en ser feliz ahora. En este momento.

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