Uno de los tantos males que traen consigo las redes sociales es el falso poder que nos da refugiarnos tras una pantalla. Nos crecemos mucho y nos creemos con derecho a soltar cualquier burrada que se nos ocurra: cosas que en persona jamás nos hubiésemos atrevido (no lo niegues). Y una de las consecuencias de este mal es el terrible body shaming o, en cristiano, la tendencia a hacer comentarios negativos sobre el físico de otra persona, lo cual nos afecta especialmente a las mujeres. El body shaming es algo terrible: criticamos a la gente por no entrar en unos cánones imposibles que nuestra propia sociedad ha creado y que nosotros mismos somos incapaces de conseguir. El body shaming es lo que provoca desórdenes alimenticios, problemas graves de autoestima, y lo que hace que vayamos por la calle con la cabeza gacha por el miedo a ser juzgados constantemente.

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Pero estamos en 2017, y ya está bien: Esto tiene que acabar. Y yo entiendo que cambiar el pensamiento de tu abuelo, de tu suegra o de los señores de tu barrio es casi imposible, a estas alturas de sus vidas, pero ¿en serio me estás diciendo que no eres capaz de cambiar tú, que todavía eres joven? Tenemos que empezar a modificar ciertos hábitos urgentemente que son dañinos para nuestra sociedad, para nuestra relación con el resto de personas y para nuestra propia salud mental. No podemos seguir haciendo sentir mal a la gente y hacerlo como si fuera lo más normal. Así que, si quieres, coge esta lista, imprímela, y pégala en tu nevera, porque con estos pequeños cambios conseguiremos, entre todos, una sociedad mucho más bonita y respetuosa, con más valores que nunca y donde no haya cabida para el odio:

1. No comentes sobre lo gordo/a que está fulanito. No es asunto tuyo, no es motivo para despreciarle y, sobre todo, esa persona tiene espejos en su casa y sabe perfectamente cómo es su físico. Y puede que le importe un puñetero comino.

2. Da igual que menganita no haya perdido aún los kilos del embarazo. Repito, no es asunto tuyo y bastante tiene ya la pobre con un bebé como para preocuparse de una cosa tan absurda.

3. No señalarás a las chicas en la playa. Que si aquella tiene las tetas caídas, que si está toda operada, que si con lo gorda que está cómo se le ocurre ponerse un tanga… Por favor, ten un poco más de clase.

4. Gorda no significa descuidada (y aunque lo fuese, recuerda, no es tu puto problema). Es imposible saber el estilo de vida de una persona o sus hábitos alimenticios sólo con verle. Si tienes complejo de médico ya sabes, haz la carrera. Mientras tanto, deja de juzgar a una persona sólo porque consideras que tiene kilos de más.

5. Fit no significa superficial y tonta. Basta de estereotipos de mierda ya: ni las rubias son tontas ni las chicas de gimnasio unas superficiales. El físico de una persona no determina su capacidad intelectual: tus prejuicios sí determinan la tuya, y estás quedando fatal.

 

6. No le digas a las delgadas que ‘les hace falta un puchero’ o que ‘los huesos son pa’ los perros’. Es tan despreciable meterse con alguien por estar gordo que hacerlo por estar demasiado delgado. La gente delgada también sufre mucho por su físico, especialmente los que quieren coger unos kilos y les resulta imposible. También tienen problemas para encontrar ropa y también tienen muchas inseguridades y complejos. Trabajemos un poco más la empatía.

7. No critiques a una chica por su vestimenta. Todos no podemos tener los mismos gustos, y sería genial entender que, aunque alguien no tenga el mismo estilo que tú, eso no significa que sea peor como persona o que merezca ser juzgada y criticada.

8. No te rías de la gente en el gimnasio. Invierte mejor tu tiempo en ayudar y entiende que todos empezamos de cero. El hecho ya de ir al gimnasio es un paso de valientes, así que lo que menos necesita una es que alguien se ría de ella.

9. No des tu opinión sobre el físico, la ropa, el pelo o el maquillaje de alguien, a no ser que específicamente te lo hayan pedido. Uno de los grandes problemas actualmente es que cualquiera se cree con derecho a insultar y descalificar a una persona refugiándose en el ‘sólo estoy dando mi opinión’. No, no es necesario tener una opinión sobre absolutamente todo y no, no me interesa especialmente la tuya.

10. Absolutamente nadie tiene el cuerpo perfecto, pero mucho menos tú, así que haznos un favor a toda la sociedad y cállate. ¿Cómo es posible que, precisamente quienes más tendrían que callar, sean los primeros en soltar las mayores barbaridades sobre los demás? Si estás tan lleno de complejos e inseguridades que necesitas proyectarlas en alguien más para sentirte tú un poco mejor… definitivamente deberías pedir cita con un psicólogo y dejar de intentar hundir a los demás, porque es muy triste ser así.

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Sé que muchas de estas cosas están tan arraigadas en nuestras costumbres que son difíciles de evitar, y yo soy la primera que caigo en ellas constantemente, pero el body shaming tiene que acabar. Tenemos que empezar a entender que hay muchísimos tipos de cuerpo, que todos son bonitos tal y como son, y que hemos sido creados para ser diferentes y enriquecernos unos a otros, en lugar de hundirnos. Y sobre todo, recuerda: Si no tienes nada bonito que decir, si tu comentario no va a ayudar a nadie, si con tu comentario vas a hacer sentir mal a otra persona, o si, simplemente, no te ves capaz de enriquecer a otras personas con tu opinión: CÁLLATE, que calladito estás más guapo, como decía mi madre.