¿Soy yo la única que tiene temporadas en que parece que absolutamente todo el mundo le agobia? Que cuando más tiempo necesitas para ti, cuanto más trabajo acumulado tienes, cuando más te apetece pasar los fines de semana en casa sola, cuando no tienes el chichi para farolillos… la gente capta justo lo contrario y no deja de ¡tocarte los huevos! Qué situación tan desesperante, que parece que voy al revés del mundo; que cuando me apetece hacer cosas y pasar tiempo con gente, esa gente desaparece por completo, y cuando solo quiero estar conmigo misma y andar un poco a mi bola, de repente todos tienen cosas importantísimas que decirme o hacer conmigo.

Y si solo me ocurriese esto con «la gente», en general… Ahora mismo me está pasando con mis relaciones con el sexo opuesto, más concretamente. Como ya sabréis, a mí la primeravera me apaga bastante la entrepierna, aunque con alguna excepción de vez en cuando. La cosa es que esta primavera no he tenido, prácticamente, ningún contacto con hombre alguno. No he conocido varón, que diría la Virgen María. Y tan ricamente. A lo mejor en otro momento de mi vida ahora mismo estaría subiéndome por las paredes, pero como tengo la cabeza a otras cosas -bastante importantes- no siento la llamada de la naturaleza.

Pues hay qué ver, que retorcida es la vida, que cuando busco el sexo no lo encuentro y cuando no tengo tiempo para pensar en él me surge en cada esquina. Y lo malo no es que me surja, que eso no se puede controlar, lo malo es que me resulta pesadísimo y me da por pensar que parece la única preocupación que tiene la gente a la hora de relacionarse conmigo.

Al final he tenido que comprobar en mis propias carnes, para creérmela, la típica excusa que siempre me ha puesto de muy mal humor de «necesito tiempo para mí». Porque eso, y exactamente eso, es lo que me ocurre a mí ahora mismo: necesito tiempo para mí, todo el tiempo que tengo se me va haciendo mis cosas, cosas que considero muy importantes en este momento. ¿Podrán otras personas entenderme a mí? Y si no es así…

¡Dejadme en paz! Ya no sé cómo decirlo. Lanzo aquí un grito desesperado. ¡No estoy para vosotros, ahora mismo solo estoy para mí! ¿Es una postura demasiado egoísta? Quizá… pero estoy concentrada en algo que me impide darle un solo ápice de importancia a vuestras vidas, mucho menos a vuestras pollas.