Poneos en situación: vais a probaros vestidos para encontrar el que se supone más importante de vuestra vida, el de novia. Y una señora de dudosa profesionalidad y peores modales, al veros con ese vestido que os ha sacado os dice «te queda perfecto, pero de escote hay que arreglarlo porque no tienes tetas de gorda» (verídico y vivido en carnes propias) ¿Perdooooooooooone? ¿Tetas de gorda? Y es que señores, las gordas con el pecho pequeño existimos; descompasadas quizás, pero vivitas y coleando.

La ropa no está hecha para nosotras: si queremos que nos quepa el brazo, posiblemente nos quede amplio en el pecho. ¿Y qué decir de los bikinis? Horror cuando te enamoras de uno monísimo y descubres que no venden braguita y top por separado. Porque mi culo y mis tetas no usan la misma talla y sé que lo uno o lo otro va a tener que pasar por el trabajito de mis amigos hilo y aguja.

Pero si en el día a día hay algo que eche en falta es encontrar un sujetador con «bien de contorno» y la copa de mis sueños. Lo que pide mi espalda y lo que pide mi teta es incompatible, así que benditos extensores (desde aquí pido a los fabricantes de estos salvavidas mágicos que incluyan más colores que negro, beige o blanco; que a veces a una no le combinan con el sujetador en cuestión)

Vamos, que yo tetas «de gorda» sólo he tenido en el período en el que le daba el pecho a mi hijo (y sólo cuando habían pasado varias horas sin que necesitara mamar) Palabrita de alguien que no ha vuelto a tener canalillo nunca más. Si a ti también te pasa y estás en el limbo de los sujetadores (ni puedes comprar talla «normal» ni plus sin más) te digo, querida amiga, que no estás sola. Somos muchas quienes sentimos que no pasaría nada porque uno de nuestros michelines donasen altruistamente un poco de volumen a nuestros pechos.