Han irrumpido casi de la nada, el movimiento fofisano, hombres reivindicándose….oh…wait. NO. Mujeres reivindicando el cuerpo del hombre normal. El hombre con barriguita que se zampa una pizza de vez en cuando y no perdona la cerveza diaria. Bieeen, aplausos, a todo el mundo le parece fenomenal. ¿Es la versión masculina de las gordibuenas, entonces? PUESSSS , diría que no.

Principalmente, porque por más que he buscado comentarios negativos o haciendo referencia a ‘pero eso no es saludable’ o ‘yo no toco a ese gordo ni con un palo’, no los he encontrado (aunque seguro que lo hay porque los haters de lo gordo no descansan).

Y además, porque el término se lo ha ‘inventado’ una mujer, en concreto una estudiante de la Universidad de Clemson que escribió un post en el que alababa el ‘dad bod’ algo así como el ‘cuerpo de padre’, el chico normal con barriguita cervecera. Las razones que esgrime para amarlos son que:
– No nos intimidan.
– Nos hacen parecer más guapas.
– Son más achuchables.
– Les gusta comer.
– Sabes cómo van a ser dentro de unos años.

Vamos, que tener a un gordo (o un tipo normal) al lado, nos hace sentir más cómodas. Por eso, nos han de gustar los fofisanos: para compensar nuestra fiemez. Se supone que nos tienen que gustar para hacernos sentir más guapas, no sentirlo por nosotras mismas, sino comparándonos con los demás. Ser un fofisano es bien, pero ser una gordibuena, ojo, cuidado, no te pases con las magdalenas. 

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Cuando una mujer se autoproclama gordibuena lo hace porque se siente bien consigo misma a pesar de sus kilos de más, porque va por la vida en plan ‘aquí estoy yo’. Es su propio esfuerzo mental el que le hace sentirse gordibuena, pero el fofisano no tiene que sentirse ni fofi, ni sano, ni seguro de sí mismo. Son los demás (las demás) los que le ponen la etiqueta de fofisano, él solo tiene que limitarse a vivir tranquilamente con su cerveza.

De modo, que liberamos una vez más al hombre de los cánones estéticos, mientras que las mujeres debemos preocuparnos por nuestro aspecto y cuidar nuestro peso al máximo, en ellos mola que se sienten en el sofá a comer pizza. Somos nosotras las que debemos esforzarnos: por cuidar nuestro cuerpo o por sentirnos bien con el que tenemos.

Me vienen dos escenas a la cabeza el fofisano con la cerveza y la pizza ‘ay, qué majo, que no se machaca en el gimnasio’
y la gorda que se adora, la gordibuena, que se pone guapa para salir a cenar por ahí ‘pero a ver qué comes porque claro, está muy bien que te quieras, pero hay que cuidarse’.

Al final, el fofisano viene a perpetuar la desigualdad con la que se trata la imagen corporal de hombres y mujeres, como explica el periodista de Time Bryan Moylan en un artículo, los hombres pueden permitirse ser flojos, pero esperan que sus mujeres sí hagan ejercicio.

Evidentemente, estamos a favor de los hombres con barriga, en el sentido de que TODO EL MUNDO, debe sentirse bien con su cuerpo y no tenemos que sucumbir a los cánones estéticos que nos impone la sociedad. Que estás gorda y te encantas, genial. Que estás intentando adelgazar con cabeza, perfecto. Que pasas de dietas, pues chachi. Que te gustan los tíos con barriga,  súper. Que te ponen las tías con lorzas, olé tú. Que pasas del gym, maravilloso. Pero esto debe ser aplicado tanto a hombres como a mujeres. Fofisanos y fofisanas, gordibuenos y gordibuenas, gordos y flacos y los del cuerpo ‘normcore’. Todos molamos y todos tenemos derecho a querernos y molarnos. Creo que no hace falta aclararlo, pero ya sabemos que algunos entienden lo que quieren.

Así que, ¿por qué ellos si tienen el sano en su nuevo ‘apodo’?  ¿Por qué a una mujer se le cuestiona más cuando no quiere someterse a los cánones de delgadez?