Tengo un lunar en la cara. Es bastante normal, tirando a grandecito, pero cuando era pequeña me parecía un montón de mierda pegada a mi cara. Básicamente porque los niños de mi clase se encargaban de recordármelo cada día.

Imaginad, no sólo era la niña gorda si no que encima tenía algo en la cara, ‘ohh, es diferente! no lo podemos dejar pasar’.  ‘Ladelapeca, ladelapeca, ¿tienes caca en la cara?‘ y ya está, ya tenemos el complejo hecho. Daba igual que mi madre siempre me dijese que era muy bonito, que muchas mujeres querían tener uno, que Cindy Crawford tenía también un lunar y mira qué guapa es. Para mí era una señora mayor que salía en las revistas, en cambio yo era una niña que tenía que aguantar las chorradas de mis compañeros.

Durante años, estuve diciendo que si pudiese quitarme algo sería ese lunar, esa mancha en mi cara, eso que hacía que mi rostro no fuese igual que el del resto de mis compañeras. Y ya sabemos que la diferencia se paga cara en Primaria y Secundaria. En las fotos siempre intentaba que no se me viese, me ponía la mano delante….

gagamole

Afortunadamente, con el paso de los años fui queriendo más a mi lunar, en parte porque yo misma iba madurando y pasando de los comentarios y en parte, porque esos comentarios fueron cambiando, ya no eran motivo de burla… ahora resultaba que a la gente le encantaba mi lunar! Vaya, por Dios, mira que sois pesados. En fin, que hasta se convirtió en un arma de ligoteo. 

Así que hoy en día me encanta mi lunar, aprendí a quererlo y hasta me hace gracia cuando hay gente que se lo pinta y yo digo ‘ja! pues el mío es de serie’. Me río incluso cuando alguien me rasca para comprobar que es de verdad. Y me encanta que se vea y resaltarlo. Sé que mi cara no es igual sin él, del mismo modo que no sería yo sin mi nariz grande o mi flequillo salvaje.

Toda esta historia de mi lunar odiado y ahora amado, podría ser la historia de cualquier complejo infantil: dientes separados, de conejo, pecas, orejas salidas, en fin, millones de cosas que se salen de un rostro ‘armonioso’ y ‘normal’. Complejos que muchas veces empiezan por tonterías de críos pero que, según cómo seamos nos pueden afectar, más o menos. Por eso, es súper importante tener unos padres y amigas que nos quieran bien y nos hagan ver lo bonito que es ser diferente ya que cuando somos tan pequeños es muy difícil no dejarse influenciar por esas memeces.

Qué vivan los lunares, las pecas y los piños separados!!