Vivimos en una sociedad que nos categoriza según nuestro peso, ese número mágico. Estar buena, saludable, sexy…todo se ve reducido a una franja de números. Si te pasas o no llegas, no eres nada más que un intento. Estás enferma. No puedes ser aceptada en el club de las divinas.

Lo que pesas te define. Pero no debería ser así. Somos mucho más que el número que nos muestra la báscula.

Por ello, este año, Jameela Jamil (Tahani en “The Good Place”) creó el movimiento “I weigh”. Como respuesta a un post de Instagram que mostraba el peso de cada una de las integrantes del clan Jenner/Kardashian con el pie de foto “Y tú, ¿cuánto pesas?”, como si ese fuese un dato relevante para nuestra vida como gente de a pie. Y a mí, ¿qué coño más me da lo que pesa una Kardashian? Se pregunta Jameela, me pregunto yo, nos lo preguntamos todas.

¿Por qué nuestro peso nos define y nos cataloga mejor que cualquier otra cualidad en esta sociedad?

Las mujeres tenemos que estar delgadas pero tener tetas y culo on point, eso sí, sin que les afecte ningún tipo de gravedad. Tenemos que ser tan suaves como un huevo duro: sin un pelo, sin un grano, sin una arruga.  Y si eso nos parece mucho, ahora resulta que tampoco podemos envejecer. ENVEJECER. Como si eso estuviera al alcance de nuestra mano.

Entre tooooodas esas condiciones, apareció la primera foto en la cuenta de “I weigh”, con el siguiente mensaje:

“YO PESO: Una relación maravillosa. Grandes amigos. Reírme cada día. Tener un trabajo que adoro. Ganarme la vida honestamente. Ser económicamente independiente. Luchar por los derechos de las mujeres. Amar mis bingo wings (que no sé lo que es, pero tiene que ser bueno). Quererme a pesar de todo lo que me han dicho los medios de comunicación que tengo que odiar de mí misma. PUTOS KILOS”

A partir de ese primer post, miles y miles de personas han compartido sus fotos, llegando a haber en el perfil de Instagram 1,839 publicaciones de historias maravillosas que cuentan TODO, menos los kilos.

Así que, como bien dice la buena de Jameela, la próxima vez que nos miremos al espejo, no deberíamos pensar en todos nuestros defectos, sino ir más allá de nuestro cuerpo y ver lo que somos: nuestra historia, nuestras luchas, nuestros valores. Lo que realmente importa. Y sentirnos jodidamente orgullosas.