Antes de empezar a contaros un poco mi experiencia quisiera decir que esto no es una apología de la obesidad o de la dejadez, es un relato de cómo me di cuenta de lo muy equivocada que he estado durante casi toda mi vida y ojalá sirva para que alguien evite cometer mis mismos errores (lo remarco porque muchos de los que no tienen ni puñetera idea de lo que aquí se hace han tomado ese argumento como lema y quiero dejarlo claro)

Dejad que os cuente un poco mi historia (espero no aburriros mucho): Mi pesadilla con el tema del físico comenzó demasiado pronto.  A los once años, cuando todavía jugaba con muñecas, sentí los primeros rechazos hacia mi cuerpo. Había sido una niña muy enfermiza y muy muy delgada (estar tanto tiempo mala no me dejaba crecer en ningún sentido) Sin embargo, a los nueve me recuperé y comencé a crecer (si, a lo alto y  lo ancho) Al principio no me percaté de esos cambios y si me daba cuenta me eran totalmente indiferentes. Total, era una niña.

El problema comenzó a finales de primaria y se recrudeció en la ESO. Insultos, mofas… Incluso ataques por Internet. Todo eso hizo que comenzase a odiarme y que las dietas se convirtieran en algo normal en mí.

Durante el bachillerato y en la universidad los insultos acabaron (o al menos yo no los escuchaba). Encontré pareja, buenos amigos… Pero estaba obsesionada con el peso. Podía pensar en ese tema (no os exagero) un mínimo de 300 veces al día y llegué al punto de someterme a una dieta muy estricta (básicamente consistía en no comer). Perdí 16 kilos en varios meses y fui feliz… Durante un tiempo.

No tardé en darme cuenta de que meterme en una talla 38 no era suficiente porque siempre existía el riesgo de volver a engordar y de volver a odiarme. Y ahí es donde mi obsesión avanzó un poco más. Me aterraba engordar y cada vez que comía algo era un suplicio. Me entraba ansiedad, lloraba… Todas las noches me pesaba y me tomaba las medidas y si había engordado ese día un poco… Era el caos.

Ahora no me avergüenza reconocer que tenía un claro problema aunque en ese momento todo me parecía normal.

Acabé la universidad y empecé con el tema del ejercicio. 7 días a la semana, 52 semanas al año. Volví a obsesionarme y llegué a estar realmente delgada. Aún así nunca me veía bien, nunca quería salir en fotos, ni ponerme en bikini y pensaba que lo primero que se le pasaba a la gente por la cabeza al verme era: mira qué gorda esta tía.

Por lo tanto, a pesar de tener ropa  incluso de la talla 36 seguía sin ser feliz. ¿Por qué?  Porque el tema de mi físico consumía cada uno de mis pensamientos. Me miraba en el espejo en busca de una señal de que había engordado y la verdad es que mi dieta seguía consistiendo en medio sándwich y en una sopa.

El cambio (ha sido muy gradual y aún estoy trabajando en él) se produjo gracias a que conocí al que ahora es mi marido. Hace tres años me topé con él y su manera de ver la vida (y sobre todo de verme a mi) lo cambió absolutamente todo.

Poco a poco, con mucho cariño y amor, fue haciéndome ver que la belleza no se mide en tener una talla 38. Me animó a volver a comer, a probar cosas que no probaba desde hace más de diez años (la pizza, por ejemplo) y me ayudó a quitarme la tontería de encima. Y sí, obviamente engordé. Ahora tengo que probarme alguna talla más, las camisas pueden quedarme un poco apretadas… Pero soy feliz. Si me apetece comer algo, lo como sin sentirme fatal, me miro al espejo sin apartar la mirada.

¿Se puede ser feliz sin entrar dentro de los cánones? Nos educan para que pensemos que no, para que creamos que la felicidad la encontraremos en una talla 38, pero se equivocan. La felicidad está en encontrar tu lugar en el mundo y en quererte y aceptarte.

No os voy a engañar, aún hay días que añoro esos pantalones que ahora no me cierran, y sé que algún día volveré a hacer ejercicio (es muy sano y muy bueno) pero lo haré porque me apetece, no porque me odio.

Y desde aquí os digo que si queréis adelgazar por salud, por vosotras… Lo hagáis.  Tenéis todo mi apoyo, pero no lo hagáis pensando que encontraréis la felicidad… Porque la felicidad no se encuentra en una talla concreta, os lo digo yo.

SiraRe