Cicatrices. En el cuerpo, en el alma, a veces diríamos que escondidas entre nuestras vísceras. Cicatrices de golpes que nos hemos y que nos han dado. De aquella vez que nos supimos parar a tiempo. De aquel error que cometimos. De las mil veces que lo intentamos pero no lo conseguimos. De las mil veces que lo volveremos a intentar.
Marcas, señales, de sonrisas y lágrimas, de la vida y sus vueltas, del camino por el que avanzamos sin saber muy bien hacia dónde nos dirigimos, guardando en la memoria los pasos dados.
Cicatrices, experiencias que nos marcan. Cada una una estrella, un recuerdo grabado a fuego en nuestro interior. Historias que se entrelazan, que se abrazan entre sí, aprendiendo las unas de las otras, sonriendo por lo que comparten, lo que las acerca. Una red que se teje con cada decisión, cada momento, cada paso hacia adelante que conforma nuestro camino, nuestra historia, nuestro ser.
Constelaciones que nos recorren recordándonos quiénes somos. Marcas en las rodillas de cuando éramos niños y las llevábamos untadas en mercromina día sí, día también. Aquel día que te caíste y te rompiste algo. Aquel otro en que alguien te rompió el corazón y no hubo mercromina que lo curase. Tus ilusiones hechas pedazos. Una marca en el brazo por planchar con prisas. El adiós irreversible que siempre llevarás contigo. Tus historias, tus experiencias. Tú, en definitiva.
Saber que por cada paso que das, tus estrellas te acompañan. Que lo que te hizo reír, llorar, soñar, tropezar, caer, levantarte, ahogarte, respirar, querer, odiar, aprender, está ahí, contigo, recorriendo tu cuerpo. Dirigiendo tus pasos. Dándote consejo. Haciéndote brillar.
Las fotos del texto, que han inspirado el mismo, pertenecen al proyecto Lady Starlight de Andrea Nuñez <3