Llorar es de débiles, llorar no es de chicos, no llores por esa tontería, no merece tus lágrimas.

Llora.

Hazlo, llora.

Llora fuerte, llora alto, llora mientras se te caen los mocos y las lagrimas recorren tus mejillas mojándote lo sonrosado de las mismas.

No te ocultes, no lo enjugues, no te tapes los ojos, no te avergüences. Llora. Por favor, llora. A cara descubierta.

Si estás triste llora, si estás contenta llora.

Si te sientes sola, llora.

Llora, saca toda tu tristeza, regala a los demás toda tu felicidad. Llora.

Hubo un tiempo en el que a mi no se me permitió llorar. Un tiempo en el que el miedo hacía que, para evitar un tortazo, que me echaran de casa o me llamasen débil me comía todas las lágrimas. Y de tanto tragar me inundé por dentro. Puede que por eso me guste tanto el mar, porque está hecho de lo mismo que yo, de agua salada.

Si te maltratan llora. Digan lo que digan, llora.

Pero tú llora, que nadie te impida sacar tu tristeza, tu alegría, tu odio, tu ansiedad.

Llora si lo necesitas.

Llora por empatía.

Llora porque el protagonista de la peli muere o besa a la mujer de sus sueños.

Llora siempre, cuando lo necesites, seas chico o seas chica.

Llora una vida, llora un sueño, llora una perdida, llora un proyecto, llora una ilusión.

Llora, porque solo cuando hayas llorado tanto que no te quede mar, solo entonces verás el sol, que es, al fin y al cabo el reflejo de tu sonrisa.