Nadie te avisa de lo difícil que va a ser volver a casa cuando has estudiado fuera. Todos hablan de las experiencias que vivirás, los amigos que harás y que te durarán para toda la vida, lo mucho que saldrás de fiesta, la de cosas que aprenderás, los lugares que conocerás… pero, ¿alguien ha recibido algún aviso sobre lo difícil que será la vuelta a casa después de todo ese tiempo fuera?

Tanto si se trata de una carrera en otra ciudad, un erasmus/séneca o similar, o todo junto como en mi caso… ¿Con qué cara vuelves tu a tu vida antigua en casa de tus padres, con los (pocos) amigos de siempre que quedan aún en tu ciudad? ¿Cómo consigues superar ese vacío existencial que te queda cuando te tienes que despedir para siempre de tu vida universitaria y volver a la -cruda- realidad que es el llegar graduado a tu casa y plantearte tu vida entera una y mil veces?

Este año me he dado cuenta de que lo difícil no es saber qué vas a estudiar, o a qué universidad vas a ir (en caso de que se pueda elegir) sino… ¿Qué hacer una vez acabas? Porque claro, el comodín del público te dirá que «busques algún trabajillo mientras sigues estudiando», pero no somos tan inocentes. «Trabajo sin tener experiencia» es un hecho utópico idílico que muy pocas personas consiguen actualmente…y si lo hacen, no suele ser en aquello que has soñado toda la vida, eso casi seguro.

El verdadero problema viene cuando, por falta de recursos, circunstancias o porque no te queda otra, terminas decidiendo que vas a quedarte ese año en casa. Y ahí empieza el drama.

Drama porque pasas de vivir a tu aire con tus amigos a vivir ahogada con tus padres. Drama porque no tienes a esas personas que te han acompañado los últimos 4 años y han estado a tu lado en los mejores y peores momentos (y posiblemente, estén demasiado lejos como para verlos cada mes). Drama porque te das cuenta de que tus amigos de toda la vida tienen sus propias vidas con sus propios amigos. Drama porque te descubres siendo «una acoplada» a los planes de todos. Drama porque te pasas las tardes en casa divagando, asqueándote y pensando que todo es un drama.

Te sientes vacía, melancólica, hasta atrapada en la ciudad que tanto añoraste y que tanto querías. Tendrás que aprender a vivir con un hueco dentro, siempre echando de menos. Porque al final, todo lo que nos queda de estos años son recuerdos y morriña de gente y de sitios, y tenemos que saber convivir con este sentimiento. Pero al final (me han dicho) todo se acaba superando. Lo consigues, pasas página y empiezas a crear una nueva vida en tu antigua ciudad, o planes de futuro en otro sitio nuevo. En el que seguro, seguro, tendrás tantos recuerdos o más como en estos años de universidad.

Y echas de menos. Pero sonríes, y aprendes a vivir.

Sara Paz Mongil