Ayer fue mi cumpleaños y me eché de menos.

Me eché de menos al no sonreír con ese primer mensaje tuyo y al no ir a verte para recibir tu abrazo.

Porque echo de menos cómo me sentía a tu lado. Esa sensación de protección, seguridad y comprensión que me transmitías se mezclaba con la ingenuidad y la inexperiencia evidente al compararme contigo. Me echo de menos admirándote.

Solo tú eras capaz de provocar en mí esa tranquilidad, ese estado de calma. Porque a tu lado todo estaba bien, no había errores solo aprendizaje. Contigo no había riesgo, ni miedo. Me echo de menos sin miedo.

Tu calor, tu olor, tus caricias… Todo tan agradable, todo tan mío como tuyo… No podrán ser reemplazadas, igual que no habrá sensación que sustituya como me sentía. Me echo de menos querida.

Me echo de menos cuando era inocente viviendo sin saber que era un drama. Me echo de menos cuando aprendía de tí que era la vida y en qué consistía vivir.

Por suerte son recuerdos y sentimientos que tengo tan presentes, todos los días, que no desaparecerán, seguiré echándome de menos.

Echo de menos esa forma de querer. Me echo de menos queriéndote. Me echo de menos contigo, a tu lado.

Hoy con una año más, vuelvo a echarme de menos y sé que también lo haré mañana. Lo cual me hace sentir triste: saber que nunca volveré a sentirme igual. Pero también orgullosa: porque tuve la suerte de ser lo que fui y construir lo que soy por tí.

Me echo de menos pero me recuerdo y me consuela. Llegué a ser y sentir aquello, estuvo bien. Aunque hoy lo echo de menos. Hoy me hecho de menos.

 

@sandecesbybertabo