Creo que en las relaciones amorosas más o menos hemos avanzado y tenemos medio claro cuando una relación es tóxica, nos hace daño y tenemos que romper con ella. Pero cuando esto ocurre con tu mejor amiga, entran en juego otras herramientas y estrategias con las que no es fácil lidiar.
Igual que no se le pueden poner puertas al mar, nadie elije de quien se enamora. Os resumo un poco mi historia para que os hagáis una idea. En la universidad conocí a una chica con la que conecté enseguida. Pronto nos hicimos inseparables y compartíamos pupitre, apuntes, cenas y charlas hasta las mil. Teníamos una forma de ver el mundo muy parecida y la misma sensibilidad. Ella pasó por una fase de redefinición de su sexualidad. La típica adolescente en la que no sabes muy bien si te gustan los tíos, las tías, las dos cosas o ninguna. Hablábamos mucho del tema, con total libertad, sin juzgar y sin etiquetar.
Con el tiempo las cosas empezaron a cambiar. La relación se volvió obsesiva por su parte y empezó a chantajearme utilizando la amistad como bandera. Al final reconoció que sentía algo por mí, que no sabía si se había enamorado, pero que entendía que yo no le correspondiera. Durante un tiempo intentamos continuar y mantener nuestra amistad con cierta naturalidad, pero la tensión se volvió inaguantable. Los chantajes emocionales cada vez eran mayores, hasta que superó los límites de mi confianza.
Me costó muchísimo tomar la decisión, pero tuve que romper con aquella amistad tóxica llena de chantaje. Cuando estas cosas vienen de la mano de tu novio, también es complicado tomar decisiones y romper relaciones. Pero cuando se trata de una amiga, de tu mejor amiga, es muchísimo más complicado.
Las mujeres somos expertas en el arte de las armas emocionales, lo que en ocasiones nos convierte en verdaderas máquinas del juego sucio. Lo que aprendí de esta experiencia es que en una relación da igual que el otro sea hombre o mujer, gay o heterosexual. Si con un tío tenemos super claro que nos está extorsionando, con una mujer debemos actuar con la misma contundencia. Al margen de los sexos, nos debemos sentir respetados y libres en todas nuestras relaciones personales, tanto si son amorosas como de pura amistad. Nadie debe chantajear ni imponer sus deseos sobre los de otra persona. Que nadie os presione ni coarte vuestra libertad: ni vuestra madre, ni vuestra pareja, ni vuestra mejor amiga.
