Estaba tan nerviosa. Me temblaban las piernas. Sólo faltaban 10 min para que pasara, y lo sabía, sabía que iba a pasar.

Después de toda la semana planeándolo, hablando sobre ello, concretando los detalles… Y, sobre todo, imaginándolo, soñando con ello, fantaseando sobre lo maravilloso que iba a ser, porque la ilusión te lleva.

Y es que es imposible. No imaginar, no pensar en ese momento. En esa primera vez, esa situación nueva que tanto quieres que llegue. Y nos ponemos en lo mejor… En que todo fluye como la seda, todo es especial y fantástico. Y nos ponemos en lo peor… En que es un fiasco, una decepción.

Pero luego… A la hora de la verdad… Ni una cosa ni otra.

Da igual todo lo que lo pensemos, toda la información que rescatemos para hacernos una idea de ese momento futuro… Luego, pasa lo que tiene que pasar. A veces mejor, a veces peor. Pero todas las primeras veces enseñan.

Me gustan las primeras veces, ¡Me encantan! Esas que cada vez hay menos. Esas que te sacan de tu zona de confort. Esas que hacen que te tiemblen las canillas de una forma irracional. Esas que hacen que el corazón te vaya a mil y tengas la necesidad de gritar. Esas que has imaginado, pensado, soñado… Pero sabes que será diferente. Y necesitas saber cómo va a ser ya.

Y entonces llega el momento, pasa como tiene que pasar, y te relajas. Ya ha llegado, ya ha pasado y ha sido… Ha sido así.

Ahora solo queda disfrutarlo. Disfrutar de lo que va bien, aprender de lo que no tanto. Y… ¡¡Vivirlo!! Para guardarlo en tu memoria junto con el resto de primeras veces que tanto nos han enseñado, y nos enseñan, aunque sea menos a menudo de lo que nos gustaría.

Mi última Primera Vez, ha sido genial: mejor de lo esperado y, al mismo tiempo, me enseñó como nunca antes otra. Mi Primera Vez, ha sido una Gran Primera Vez.

 

@sandecesbybertabo