Quiero confesar, ante vosotras hermanas, que en la mayoría de las fotos disimulo papada. La verdad es que mi papada no es la parte favorita de mi cuerpo, y aunque yo me acepto y me quiero y me hago el amor en la intimidad de la noche, no me gusta salir en las fotos con papada así que busco el ángulo perfecto para disimularla. Y soy perfectamente consciente de que, al disimular mi papada, estoy engañándome a mí misma y a todo el mundo que ve mis fotos, porque la papada está ahí, todos los días de mi vida, cada vez que hablo, cada vez que duermo, cada vez que como. Pero me siento más feliz si hago como que no la tengo, y hacer feliz a la gente, empezando por una misma, es siempre algo positivo. ¿Verdad? ¿VERDAD? ¿Verdad que no hay nada de malo en disimular papada de vez en cuando?
Pues regulín. Al fin y al cabo el acto de disimular implica que no estás siendo capaz de enfrentarte a algo. Bien porque realmente no puedes o bien porque no te da la real gana. Y cuando disimulamos con nosotros mismos, mal, porque entra en juego el autoengaño, que parece una cosa muy simple y muy de no tener que preocuparse, pero cariños, el autoengaño puede convertirse en un problema gordísimo a la larga en tu vida, puede llegar a evadirte por completo de la realidad, así que cuidadín. Pero cuando disimulamos para con los demás… ya no es solamente malo, es LO PEOR.
No hay cosa que más me joda en esta vida que la gente que, cuando sabe que la ha cagado, en vez de afrontar el error, disculparse, repararlo, o lo que sea, DISIMULA. Se monta una puta película en la que interpreta el papel de un chico (o chica, claro) que cree que nadie más se ha dado cuenta de que la ha cagado muy fuerte y sigue con su vida como si nada.
Cobardes de mierda. Así me gusta a mí llamarlos, cariñosamente. Cobardes tan grandes que son capaces de convertir un detalle minúsculo en la gran mentira de sus vidas. Todo por no tener la valentía de reconocer públicamente que han hecho algo mal. ¿Que por qué lo sé? ¡Porque yo he sido así! Cuando no tenía mucha seguridad en mí misma y mi autoestima estaba un poco al nivel del agua en Murcia, cometer un error me parecía la mayor catástrofe del mundo. Podía llegar a pensar que, por haberme equivocado, la gente dejaría de ser mi amiga o se reiría de mí. Así que, claro, si la cagaba, disimulaba.
Ahora, que he conseguido cambiar este tipo de comportamientos, me he convertido en toda una ex-cobarde (como las ex-gordas, pero con la cobardía) y llevo fatal, pero de cagarse de fatal, superhipermal, que alguien haga eso conmigo. Igual que los ex-gordos odian a las gordas, yo, como ex-cobarde, odio a los malditos cobardicas.
Pero creo que tengo una razón de peso para justificar mi odio. Cuando un ex-gordo critica a un gordo solo está demostrando lo mucho que se odia a sí mismo: el gordo no ha hecho nada malo, eres tú quien no es capaz de aceptar que un día fuiste como él. Cuando yo odio a un cobarde no solo estoy demostrando que también me odiaba a mí misma cuando me comportaba así, sino que estoy poniendo de manifiesto que me parece una grandísima mierda que delante de mi puta cara hagas como que aquí no ha pasado nada. Porque eso significa que te pasas mis sentimientos por el forro de tus cojones (o tus labios vaginales).
Cuando una persona la caga contigo, por norma general, hiere tus sentimientos: te hace daño, te decepciona, te amarga. Y todos, sin excepción, sabemos cuándo hemos herido a una persona. Así que si elegimos la opción de disimular en vez de disculparnos o intentar arreglar las cosas, lo único que estamos haciendo es ser unos asquerosos egoístas. Estamos dando más importancia al acojone que tenemos encima por haber metido la pata que al daño que hemos podido causar. Estamos socializando como niños de cuatro años, o como esos perretes tan graciosos que cuando llegas a casa y ves en el suelo un cojín destrozado ellos miran para otro lado o te ponen ojitos de «¿no ves que soy precioso, cómo iba a poder hacer semejante cosa si soy precioso?».
Perretes disimulando: qué cuqui, me lo como
Adultos disimulando: qué puta vergüenza, cariño
Queridos disimuladores: ¡os hemos pillado! Sabemos lo que habéis hecho. Que intentéis escurrir el bulto solo os hace quedar como unos ridículos. ¡Basta ya de tolerar los disimulos! Tan feo es disimular cuando has hecho algo mal como reconocer que alguien te ha hecho daño y permitirle que siga disimulando. Hablar no mata a la gente, hablando nos entendemos todos y, sobre todo, hablando con alguien sobre tus sentimientos y pidiendo perdón demuestras lo mucho que te importa esa persona.
Disimular pedos: por supuesto
Disimular papada: regular
Disimular que la has cagado: no voy a tolerarlo bajo ningún concepto
