‘Dentro de cada mujer con sobrepeso, está la mujer que ella sabe que puede ser’. ‘Si cada vez que te miras en el espejo, no te reconoces a ti misma, enterrada en tu peso’. Estas son algunas de las frases que Oprah Winfrey suelta en su nuevo anuncio para Weight Watchers (ahora posee el 10% de esta empresa). Frases de esas que se supone que motivan, que quieren hacerte reflexionar y darte cuenta de que TIENES que ponerte a dieta. Uno más de tantos anuncios del mundo del adelgazar y las dietas.

Porque esta es la forma habitual de motivar a la gente para que se pongan a dieta -a la gente o a las mujeres, mejor dicho-. No es una motivación o una llamada a la acción positiva, no quiere hacerte sentir mejor, ni que te quieras. No hasta que adelgaces. Con una bonita envoltura de fuerza, superación, lucha, etc, el mensaje que nos hacen llegar es siempre el mismo: nuestra felicidad depende de nuestro peso.

Puede que te ayude a apuntarte impulsivamente al gimnasio, a comprarte productos dietéticos, a comprarte nosecuantas sesiones de presoterapia, a gastar en definitiva. Pero una vez pasado ese furor, cuando a las semanas empieces a flaquear y te mires en el espejo, pensarás que esas chichas no te hacen feliz, que estás fracasando en tu intento de ser esa mujer que te han dicho que quieres ser.

Lo peor de todo es que estos mensajes publicitarios se convierten en una forma de vida para mucha gente. Gente que está siempre extrañamente ultramotivada, que vive atada al ‘no excuses’, esos que se riñen y te riñen ‘cariñosamente’, que se castigan, que se ponen objetivos altísimos e irreales. Y que encima, te transmiten que si tú no eres así, que si no vives por y para adelgazar, no puedes sentirte bien. Que tú, gorda, tú que odias el ejercicio y el brócoli, tú que tienes michelines, si no estás en constante lucha contra tu cuerpo gordo, no serás feliz. No serás feliz hasta que acabes con ese cuerpo gordo.

Afortunadamente, cada vez somos más las que hemos optado por el camino lento, pero seguro. Es el camino que nos enseña a ser felices desde ya, con más o con menos kilos. El camino que empieza por querernos con nuestras lorzas y papadas. El camino de disfrutar de la vida, de no ponerse un número como objetivo, sino ser feliz. El camino de reírse de una misma, de saber que kilos de más no te hacen de menos.

Por supuesto, no se llega a él de la noche a la mañana, pero cuando lo coges es imposible soltarlo. Empiezas a vestirte con ropa que pensabas que no era para ti, a saber que eres humana y que es normal que tengas días -o meses- en los que mandes a la mierda el gimnasio. Comienzas a mirarte en el espejo sin miedo, te miras las chichas casi hasta con amor. Amor por ti misma y por todo lo que tienes.

Te das cuenta de que eres como eres y tú decides si quieres cambiarlo o no, pero eso no te va a hacer ni mejor ni peor. Odiarte a ti misma por tu culo gordo y tu michelín perenne no te va a motivar, te va a hacer más débil. En cambio, aceptarte y quererte sí que te hace más fuerte. Las fuerzas y la motivación te llegan solas, o por lo menos más fácilmente, porque te mueves por amor a ti misma y no por odio a tu cuerpo.

Es entonces cuando podrás decir: quiero adelgazar para estar más ágil; porque no quiero tener problemas en el futuro; porque no encuentro vaqueros, por lo que sea, pero YA SOY FELIZ, YA ME QUIERO. Y sabrás que en este camino, tendrás recaídas de odio, tendrás épocas súper sanas, comerás tarta y no te fustigarás, si no que seguirás hacia adelante y ya está. ¿De verdad vas a esperar a conseguir un número para empezar a sentirte así de bien?

foto: Sarah Plus Life