Puede que te sorprenda un poco lo que voy a decir pero… NO SIEMPRE ESTOY BIEN.(Baia, baia…)

Y estoy segura de que te sorprende porque cuando quedamos siempre cuento cosas divertidas, hablamos del Sálvame, del tiempo, de lo que me quiero hacer en el pelo o simplemente te digo “tengo mucho curro estos días”. Y te sorprende que te diga que no estoy bien porque sonrío cuando nos vemos o porque cuando noto que tú no estás bien, decido aparcar mis mierdas a un lado para escucharte.

Pero no siempre lo estoy. Resulta gracioso tener que mencionar que yo también tengo días de mierda, incluso semanas o meses. Y con esto no quiero decir que se deba saber a bombo y platillo que estoy mal, porque ya sé que no tenéis el don de la clarividencia pero copón, MIRADME. Escuchad lo que no digo con palabras. Preguntadme de vez en cuando “¿estás bien?” y yo prometo ser sincera, que no os voy a cobrar por ello.

Considero que soy una persona fuerte, resolutiva y organizada (de no serlo habría muerto hace años). No me supone esfuerzo aumentar mi lista de tareas para ayudar a colegas, solucionar problemas a otras personas, ni hacer recados que no son para mí. Sin embargo, somos animales de costumbres y cuando alguien hace este tipo de cosas por ti, a la larga acaba siendo la persona a la que le “empaquetas” todas tus mierdas. Y eso lo siento, pero es tremendamente injusto porque YO TAMBIÉN TENGO VIDA.

 

En el fondo me halaga que todos mis colegas piensen que soy como Hulk, Mc Giver y el FBI juntos; que cualquier problema, duda, idea, diseño o trabajo soy perfectamente capaz de asumirlo pero una cosa es que nunca me rinda (y no por tenaz, sino más bien por cabezona) y otra que para aligerar tu carga de trabajo me metas 5kg más, encima. Entonces, si un día de repente suelto “hasta el papo me tenéis” no os llevéis las manos a la cabeza y penséis que estoy más locadelcoño que de costumbre, es sólo que habéis agotado mis reservas de paciencia. ¡Ey pero tranquis que «estoy bien»!

Sin embargo lo peor es la carga emocional, esa continua sensación de que eres “mala”.  Te sientes “mal” si ayudas y andas a mil por hora, porque piensas  “joder, tenía que haber dicho que no”. Y si dices “NO” (que lo decimos poco…) te sientes “mal” porque piensas que eres egoísta y que lo bonito de la amistad es ayudarse. Vamos, que es elegir entre “susto o muerte”.

Y es que muchas veces, por lo que sea, no nos apetece contar si estamos en la mierda pero el hecho de que no lo contemos no significa que no nos pase, sólo significa que no se nos pregunta algo tan básico como “¿cómo estás?”.