Ya vale, chata, ya está bien. Si no encuentras propósitos para el 2018 ya te ayudo yo: aplícate el título de este artículo a todos los ámbitos de tu bella vida.

Que sí, que esto del ‘no dejes para mañana lo que puedas hacer hoy’ huele a armario viejo, pero es que es tan cierto que yo no sé. No sé por qué tenemos tanto miedo, por qué nos cuesta tanto tirarnos a la piscina, por qué no nos lanzamos de una vez a por todas.

Ya vale de pedir perdón y de pedir permiso, de dudar, de contemplar cada una de las posibles consecuencias, de rechazar ideas maravillosas por miedo a que luego no resulten serlo tanto.

Vamos a lanzarnos de cabeza y desde el trampolín más alto, que no nos preocupe que haya o no agua al fondo. Vamos a arriesgar, joder, que ya es hora.

Si tienes un proyecto, invierte.

Si tienes hambre, come.

Si te quieres reír, descojónate.

Si quieres sentir, siente.

Si quieres sexo, búscalo.

Si quieres emborracharte, bebe.

Si quieres bailar, ponte en el medio de la pista.

Si quieres besar, lánzate.

Si quieres que te acaricien, pídelo.

Si quieres viajar, reserva.

Si quieres hacer deporte, empieza.

Si quieres quererte, descúbrete.

Si quieres amarte, respétate.

Si quieres que te quieran, sé tú misma.

Pero ya, hazlo ya. No lo dejes para mañana, para el lunes, para el mes que viene, empieza ahora mismo, ya mismo, justo ahora, en este instante.

Vamos a comernos el 2018, vamos a devorarnos el 2018, vamos a empezar de cero sin saber desde dónde hay que empezar, vamos a conquistar nuestras propias vidas, vamos a llevar las riendas, vamos a coger el control, la sartén por el mango, la comida con la boca y los penes con la mano.

Que sí, que esto de la vida va en serio y creo que ya es nuestro momento.