Fue esta misma semana, a pesar de que el frío aún no se ha decidido del todo a llegar, cuando me puse a arreglar los armarios. Por una vez tenía ganas y tiempo, así que momentos de inspiración como ese no se deben dejar escapar.
Y en esas me encontraba cuando saco de un cajón de la cómoda una prenda cuidadosamente doblada de una esquinita. ¿Pues esto qué coño es? Ni más ni menos que una faja. Y mía, además.
Me senté en la cama como una boba mirando la faja, y me dio mucha pena. Me dio mucha pena al recordar la chica que fui hace años, la misma que muerta de vergüenza compró esa faja en el Primark.
0492ed6c880a26b00d7263bfaf4162f6--classic-lingerie-girdles
Contaba yo entonces con unos tiernos 25 años. Una mozica que acababa de tener su primer hijo. Y resultó que esos 18 kilos de más habían dado mucho de sí su vientre. Que las estrías habían hecho su aparición, y que la piel fofa se dejaba caer por encima de la cintura de los pantalones. Recordé cómo me miraban amigas y conocidas, esperando que por arte de magia me tirase un pedo y salieran volando aquellos kilos sobrantes. Y la mirada de mi ex, tan reprobatoria entonces. “¿Esto se va a quedar así? Da un poco de asco, ¿no?”.
Quizá era mi juventud, o la presión de todos un poco, y no me refiero solo a las revistas y las famosas que parece que entran al hospital preñadas y salen perfectas como para desfilar con las alas de ángel de Victoria’s Secret. Era la gente de mi entorno, que me decían que me estaba dejando, que no me cuidaba, que a ver cuando perdía el peso, porque la hija de la Marisa, mírala, en un mes estaba en su peso.
Y me lo creí, y acabé comprando esa estúpida faja que no me dejaba respirar bien. Eso sí, los vestidos y los vaqueros me quedaban de lujo. Ahora, el riego sanguíneo, no tanto.
Si pudiera viajar en el tiempo, como la tipa del anuncio del oximaxipower, lo único que haría sería darme un abrazo. Pero no solo sentí pena, sino también mucho orgullo. Orgullo de la mujer y madre que soy ahora, que sí, que tiene estrías, y la tripa fofa, y se levanta con ojeras y a veces va sin depilar por falta de ganas, no sólo de tiempo. Orgullo porque soy capaz de ver más allá de esas pequeñas cosas. Para mí, disfrutar de una peli con mis hijos, de un paseo al río o de un buen libro y un chocolate caliente es un mejor modo de emplear mi tiempo que preocupándome de la talla que tenía en el instituto y que no volveré a recuperar.
giphy
Así que en lugar de viajar en el tiempo le di el abrazo a mi yo presente que es más madura y disfruta mucho más de la vida y luego un empujón para seguir con los armarios, que ya está bien de mirar las musarañas. ¿La faja? La guardé de recuerdo en su rincón.

Ali

 

¿Quieres enviarnos tus textos a WeLoversize? [email protected]