Querida hermana:
Me di cuenta tarde y, cuando lo hice, sus abusivas palabras ya habían escarbado hondo para llegar no solo a tu corazón, si no a tu mente.
Recuerdo cuando éramos unas niñas e intentábamos protegernos. Cualquier palabra “fea” que alguien pretendiese usar contra nosotras era rápidamente censurada. Cualquier acto de violencia que fuese lanzado para mermar nuestra moral era paliado con abrazos y besos.
Pero no me di cuenta… ¿Cómo pude estar tan ciega? De repente ya no eras tú: Ni vestías ni hablabas igual. Estabas mecanizada, como si tus palabras no fuesen realmente tuyas. Y cuando lo supe ya era tarde para salvar tu corazón, que habías recompuesto una y otra vez recogiendo los pedacitos del suelo y volviéndolos a pegar en tu pecho, insinuando que nada había pasado. Ya era tarde para recomponer tu alma, antaño reluciente, hoy oscura y lúgubre como los actos que él lleva a cabo cuando quiere dejar bien claro cuán fuerte es.
¿Por qué no me dejas ayudarte?, ¿Por qué no ves que vives con el lobo con piel de cordero? Sus palabras te adormecen y encantan una y otra vez, para que, en vez de pedir perdón, hagan que seas tú la que se sienta culpable.
Querida hermana, por favor, date cuenta. ¿Qué puedo hacer para que lo hagas?, ¿Qué puedo hacer para que veas lo valiosa que eres?
No, no lo ves, por que él se ha encargado de hacer que cada vez que te miras al espejo te veas horrible, un monstruo, alguien que no puede valerse por sí misma… Él se ha encargado de desvanecer toda la luz que en tus ojos habitaban, toda la luz con la que me iluminabas cada vez que yo estaba triste y me decías: “No dejes que te digan que no vales nada”. Entonces, ¿Por qué te has dejado?
Querida hermana, solo puedo estar aquí para ti cuando me necesites. Lo único que puedo hacer por ti es esperar una llamada en la que pidas mi ayuda. Ni la policía ni la justicia te ayudan. Porque todo es una falacia: No existe ayuda ni justicia, la ley no te ampara ni a ti ni a ninguna que siga “queriendo” sufrir ese calvario. Porque siempre serás cuestionada y la culpa será tuya, o… ¿Si no te gusta por qué sigues con él?. Mientras estas preguntas sigan estando a la orden del día, tú estarás completamente desprotegida y yo seguiré sin poder hacer nada para que tu alma deje de romperse.
Querida hermana, solo me queda decirte lo mucho que vales y que sé que saldrás de esto. Que siempre estaré aquí y que puedes contar conmigo pero, has de prometerme una cosa: Querida hermana, no te dejes matar.
   Anónimo.