Adoro los bolsos de firma más que cualquier otra prenda en el mundo. Mi psicoanalista diría que son un símbolo subconsciente de feminidad. Quizás al pasarme media vida sintiéndome una mierda, ellos me daban algo de lo que yo estaba convencida que carecía.

Ahora ya me lo doy yo y mi visa ha dejado de intentar suicidarse. Aunque siguen gustándome mucho ¿Por qué? Porque sus modelos son diferentes a todos, en muchos casos únicos y eso les da un valor.

En esta sociedad consumista y superficial en la que vivimos todo lo único y diferente es carísimo. Es lo que tiene más valía. No vale lo mismo la ropa pret a porter que la de diseño exclusivo. Y todos cuando vemos todas esas cosas, las deseamos.

Algo que siempre intentamos evitar por ejemplo es llevar el mismo vestido que otra invitada en una fiesta. ¡Horror!, si llegas allí y no hay una, sino tres con el mismo outfit que tú. Incluso cuando sales de copas con tus amigas si sabes que tenéis los mismos gustos es normal llamarse para preguntar a las otras que se van a poner para no coincidir.

Todos queremos ser únicos, tener nuestro propio rollo, nuestro propio estilo. De hecho las personas que más triunfan o más nos atraen son las que tienen una personalidad diferente a todas las que conocemos.

Entonces ¿Alguien me puede explicar por qué queremos tener todas el mismo cuerpo? ¿Porque las revistas, los anuncios, internet nos marca un tipo de cuerpo y cara que son los que molan y todos queremos ser así? ¿Queremos ser clones?

 

Que poco coherente ¿no?. Por un lado deseamos ser únicas pero luego queremos tetas, narices, barrigas y culos que nos enseñan por catálogo. Hasta el chumino nos lo tenemos que operar porque parece que hay un chocho que es el que mola y los demás dan puñetero asco. ¡El chichi de catálogo! ¿Estamos locos?

Todas iguales, sin personalidad. Nos quieren convertir en muñecas de adorno. Y pasamos hambre para poder encajar en un estándar. Un duplicado, una reproducción. Todas iguales. Producidas en serie con patrones que se repiten a demanda.

Y si no eres ese calco te obligan a odiar tu cuerpo, porque mientras lo odias no tienes energía para pensar en nada más. Eres un zombie que camina por la vida contando calorías, sintiéndote culpable cada vez que comes un trozo de algo que no debes, torturándote cada vez que te miras al espejo porque no eres perfecta. Y para serlo debes comer cada tres horas, ponerte la alarma para no olvidarte de hacerlo, obsesionarte con lo que no debes comer jamás, pasarte varias horas en un gimnasio que huele a desinfectante barato y sudor. No dormir más horas de la cuenta ni menos. No comer hidratos a partir de las seis… y una interminable lista.  Y mientras haces todo esto olvidarte de vivir. ¡Todo para ser un puñetero plagio!

Pues dicho así parece mentira, pero así es.

La sociedad te dice: “Si no eres guapa no tienes nada qué ofrecer”. Y te impone un canon de belleza y solo si estás dentro de el lo serás.

Pero yo digo: “La belleza es lo que tú quieras que sea, no lo que ellos digan”. Y todos tenemos algo bello, una nariz “imperfecta”, una cicatriz en la ceja, unos dientes separados, un culo carpeta, una barriga… cualquiera de estas cosas pueden parecernos la mar de bellas y sobre todo ponernos calientes porque solo las tiene esa persona y nadie más.

Somos únicas y exclusivas, y si fuéramos un bolso o unos zapatos no tendríamos precio, seríamos carísimas. Entonces ¿Por qué quieres ser del montón de vestidos iguales de Primark hechos en serie si puedes ser un Birkin de Hermes edición limitada?

No te has dado cuenta que ya eres un puñetero Birkin, uno que no pueden copiar los manteros, uno que no pueden diseñar, uno que nadie más puede llevar. ¡No tienes precio querida!

Por lo tanto, cuando te mires cada mañana desnuda frente al espejo, di que eres hermosa y única. Aunque lo finjas, aunque lo odies a morir, dilo. Repítelo hasta que te lo creas.

Ser un adorno de un escaparate no debe de ser el objetivo de nuestra vida, y que alguien nos quiera por ello aún menos. Por lo tanto deja tu objetivo de ser un pret a porter, y vive, baila, come, haz deporte porque quieres tu cuerpo, porque quieres moverlo, no porque lo odias. Siéntelo, tócalo, nota el placer que te puede dar, disfruta, come sano y una hamburguesa con patatas de vez en cuando sin culpabilidad, unas croquetas, unas cervecas con tus amigos. ¡Vive!

Y sobre todo abraza tu cuerpo porque es el único que tienes, y ámalo como único que es. Yo ya he abrazado el mío porque es exclusivo como los bolsos que me gustan, ahora te toca a ti.