Hace unos meses empecé a plantearme eso de tomarme un año sabático después de la universidad. Al principio parecía una locura, porque siempre he visto mi vida sota-caballo-rey: carrera-máster-trabajo. Sin embargo, hace un tiempo que siento que necesito parar, usar el freno de mano, dar un paso tras, y observarlo todo desde otra perspectiva. Algo ha pasado en mi vida que me ha hecho ver mi futuro no tan claro. Y ese algo se llama depresión.

Oh, mi eterna compañera. Después de años sufriéndola, por fin fui al médico y me la diagnosticó. Por fin empecé un tratamiento. Por fin vi a una especialista. Poco a poco fui desmontando mi vida cachito a cachito, descubriendo traumas ocultos y bien escondidos, y fobias de las serias. Sesión tras sesión me di cuenta de una acción que se repetía constantemente en toooooooda mi vida: hacía las cosas de la manera típica, pero yo no era así. Mi psiquiatra me lo decía una y otra vez: “A lo mejor no eres feliz porque la manera “normal” de hacer las cosas no es la tuya. A lo mejor necesitas encontrar qué camino quieres seguir”.

 

Mi problema era que siempre había aceptado lo que todo el mundo decía que era “lo normal” como la única salida posible. En todos los aspectos: “Tengo que adelgazar porque estoy gorda y eso es lo que me hace tener baja autoestima”, “Tengo que hacer un máster nada más termine la carrera para conseguir un trabajo y trabajar”. Y las cosas no funcionan así, al menos para mí.

A lo mejor debería pensar en otras opciones: hacer otra carrera, hacer un curso de maquillaje, intentar trabajar de algo para ganar un poco de experiencia…Pero, sobre todo darme un tiempo para mejorar mi salud mental. De repente, ya no todo parecía tan estático, tan firme, tan claro. Ya no era un “tengo que”, sino un “puedo”. Y me di cuenta de que podía permitirme descansar. Podía permitirme recuperarme de mi enfermedad.

Sin embargo, tomar una decisión así no fue fácil. Necesité muuuuchas y laaaaargas conversaciones con mi psiquiatra, hablando sobre mi incapacidad de salir de casa, mis ansías de ser perfecta para no defraudar a nadie y el miedo que me daba todo. Necesité planteárselo a mis conocidos doscientas veces, para que me contaran sus experiencias y me recomendaran o no seguir con esta decisión (teniendo en cuenta mi situación, claro). Necesité unos huevos más grandes que los del caballo de Espartero para hablar con mis padres y comentarles mis dudas. Necesité armarme de una fuerza que no tenía y quedarme emocionalmente bajo mínimos (llorando hasta quedarme dormida) aceptando sus críticas.

Necesité, en definitiva, ponerme por delante a mí misma (mis sentimientos, mis pensamientos, mi salud) y decirle educadamente a todo el mundo que me tachaba de no hacer “lo normal” que, francamente, queridos, me importa un bledo. Por no decir una gran mierda.

Yo soy más importante que mantener unas expectativas, que seguir un plazo. Tengo toda la vida por delante para saber qué hacer, y no me importa que me lleve más tiempo que a otra gente.

Así que sí, me voy a tomar un año sabático para mí, porque me lo merezco, porque lo necesito, porque “hay decisiones que no se piensan, se sienten”. Y estoy jodidamente orgullosa de mí misma por hacerlo.