Esta entrada la hago con especial cariño,ya que me ha traído muchos recuerdos de mi infancia. Mis padres fueron muy buenos y estrictos educándonos a mi hermana y a mí (conmigo un pelín más, ya que yo era la mayor..). Recuerdo levantarme en Reyes y ver el salón plagado de juguetes bastante dispares, sin caer en los tópicos de princesas y cocinitas porque era una niña (he de decir que mi cuarto era celeste), pero sólo me compraban juguetes educativos. Los amaba y odiaba por igual. Yo quería el Quién es Quién y muñecos de los Caballeros del Zodiaco y las Tortugas ninja. Mi madre decía que podía ser muy violento como juego, así que ahora, a mis 30 años, me gasto la mitad del sueldo en Figuras de acción (ojo, ehhh? que ya no son juguetes, ehhh, que son de coleccionista, aunque a veces los saque de sus cajas y los haga luchar, es solo figuración…). Adoraba a los caballeros y a las Barbies por igual. Crecí y soy una adulta (des)equilibrada, y el que me gustaran juguetes de ambos sexos no representó en ningún momento mi identidad sexual. Mi madre me educó diciéndome que podía realizar cualquier trabajo, igual o mejor que un hombre.

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Hoy me alegra muchísimo encontrar una cadena de jugueterías que no limita la creatividad de los niños en razón del sexo, sino que muestra en sus catálogos como niños y niñas pueden y deberían jugar con los mismos juguetes. Se trata de Toy planet, una cadena de jugueterías que se dedica a hacer felices a niños (y no tan niños) desde 1989. Es el segundo año consecutivo que hacen esta campaña anti sexista, y son pioneros en España.

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En sus catálogos podemos encontrar a niñas jugando a ser mecánicas, a niños haciendo brazaletes y cosiendo, niños y niñas jugando en cocinitas por igual, niños empujando un carrito de bebé. Todo sin importar el género, centrándose sólo en que son niños, organizando los contenidos por temas y no por sexos, recordándonos que los juguetes son para todos.

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Según el New York Times, la separación de géneros es más común hoy que hace 50 años. Nuestro empeño en que las niñas deben vestir de rosa, ser princesas y ser frágiles damiselas, y que los niños vayan de azul, sean superhéroes y más fuertes, es algo relativamente reciente. Me hace plantearme qué es lo que hace a unos padres pensar que por comprarles juguetes de un determinado sexo, moldearán ellos una identidad de género que ya está grabada a fuego desde que nacimos.

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Hoy en día, los niños son un reflejo de la sociedad y de sus padres. Hoy en día, cocinan tanto hombres como mujeres, las mujeres hacen más tareas como arreglar desperfectos o la instalaciones de la luz, construimos y vamos al espacio, como cualquier hombre. ¿Por qué no dejamos que los niños hagan lo que ven? ¿Por qué no dejamos de limitar  lo que pueden y no pueden ser?

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Me alegra muchísimo que las tiendas empiecen a adaptarse al cambio de los tiempos, que evolucionemos y no pongamos etiquetas estandarizadas a los niños desde su más tierna infancia. Este es sólo un pequeño paso hacia una sociedad de aceptación e igualdad.