Lo has decidido. Estás convencida, preparada y con todo el mind-set del mundo.  Tu nevera lo sabe, tú lo sabes, tu gato cuando te mira también lo sabe. Lo ve en tus ojos. No hay marcha atrás: Has comenzado la dieta. Abres la puerta de casa y das el paso, estás lista para enfrentarte al mundo. Allá vas.



Y entonces, en las horas venideras sucede algo así…

(…)
– ¿Tu quieres?
– No. muchas gracias. (Sonrisa) 
– Que sí mujer. Anda coge.
– No, de verdad muchas gracias. Es que estoy a dieta y tu sabes (risita buscando cierta empatía)
– Aaahh buenoo, (ves la luz, lo entendió -¡gracias diosito!) – Venga hombreee, si da igual, si por una vez no pasa nada.
– (no, no lo entendió.. here we go again)  – No, no de verdad, yo te lo agradezco pero no.
– ¡Coño! coge uno y déjate de tonterías, venga va.

Y con esa frase -o similar- te dejan claro que tu dieta es una tontería, que ponerse a dieta no es serio.

anoyed

Vayamos por partes, por supuesto todas entendemos que muchos de los ofrecimientos se deben a normas de cortesía, hospitalidad y buena  voluntad. Perfecto, y no seré yo la que las critique. Y definitivamente no me estoy refiriendo a eso. Me refiero a esa insistencia de más, a ese desprecio por tu ‘No, gracias’ y a ese ninguneo de tu decisión.
No dudo que en muchas, si no la mayoría, de ocasiones se haga inconscientemente, y es precisamente por ello por lo que me animé a escribir sobre el tema.

Porque en la mayoría de ocasiones estas circunstancias se da precisamente con y en nuestros círculos más cercanos: amigos, conocidos, familias… Y no creo que sean conscientes en la situación tan incómoda –por llamarlo de alguna manera- que nos pueden llegar a colocar, amén del mensaje tan negativo que sin quererlo nos están transmitiendo: “da igual lo que hagas”.

muppets

Todas aquellas que en algún momento de vuestra vida habéis decidido hacer dieta por el motivo que fuese sabéis lo duro que en algunos momentos puede ser. Hay alimentos que debes evitar -al menos durante un tiempo- por mucho que te gusten, hay momentos que tienes más hambre que ‘los pavos chicos’, porque en muchos casos sabemos que nuestra amiga ‘la ansiedad’ ayuda a ello,… en fin, mil y una circunstancias que cada persona la lleva mejor o peor. Con esto no se trata de trasladar la responsabilidad de ‘hacer dieta’ a los demás. Ojo. Si yo decido hacerla, soy yo y mi voluntad las que tenemos que hacerla y obrar en consecuencia.  Todas asumimos esto y cada una lo gestiona de la mejor manera que sabe. Mi táctica aquí es “Quien evita la tentación evita el peligro”, al menos siempre que puedo.  Yo hablo, queridos familiares, amigos, conocidos… ya no de apoyo incondicional, en plan You go girl!, que también se agradece, oiga.  Sino de tener un poquito de empatía, respeto por nuestra decisión, y ser conscientes del esfuerzo que en muchos casos estamos realizando. Que para zancadillas ya está el mundo lleno de malos y villanos.