Hola, Loversizers. Gracias por vuestro tiempo y por vuestras ganas de que todos nos sintamos a gusto en nuestras carnes. Pero no sé cómo lo hacéis.

Es fácil (o hacéis que lo parezca) quererse a sí mismo, vosotras las chicas es como si lo tuvierais más fácil. Un poquito de maquillaje, una falda mona y unos taconcitos y ya vais perfectas (para mi al menos). Quizá por debajo de la ropa aún tengáis esos complejos que tan bien conocemos. Y por desgracia, os envidio mucho y muy profundo. Porque yo no encuentro tallas de pantalón, las camisas y ropas más formales que me gustan me suelen quedar horribles, porque no quiero parecerme a mi padre.

De normal me visto con vaqueros simples que la suerte me deja encontrar (uso una 62) y camisetas de grupos que me gustan (sobra decir que a veces tienen hasta la 3XL, por lo que mi talla está cubierta y además me encantan).

A estas alturas os habréis imaginado que soy un tío. O un “gordibueno” como vosotras afirmáis. Pero yo de mis lorzas no saco nada bueno. No hay día que salga con los amigos que no esté media hora pensando en qué NO ponerme, porque sé que me van a ver más gordo (aún), porque antes ya estaba gordo, pero ahora más. Descubriendo que usar la camiseta ancha y encima una camisa de cuadros (que no me cierra) tapo las lorzitas de la cintura.

De corazón os digo que en parte me habéis alegrado cuando me habéis hecho saber que no soy el único que come a escondidas, se pide la ensalada para que no le miren mal cuando en realidad estoy muerto de hambre. Porque admitámoslo, una ensalada equivale a cenar luego en tu casa.

Normalmente estoy acostumbrado a encontrar más inconvenientes que ventajas a mi peso, pero se han añadido dos factores nuevos a la ecuación. Ahora estoy más gordo y parece que hay una chica que me presta atención. Y mentiría si dijese que no me afecta. Mi cabeza es un torbellino frenético de “¿y por qué me hace caso?” “¿con esta barriga cómo le voy a gustar?” “¡Si tengo más tetas que ella!”, “a lo mejor sólo es simpática”. Inseguridades, muchas.

De cara a ella, sé que, aunque le gustase un mínimo, huiría de mi por lo poco que me valoro y por mi no-autoestima. De cara a los demás, todo son bromitas. Vivo solo y me gusta cocinar, estar “rellenito” es la consecuencia de ponerme como un cerdo con cosas ricas. (Cartelito brillando sobre mi cabeza, cartelito que nadie ve: “es ansiedad”. Nadie llega a los 158 Kg sólo sirviéndose un poco más).

Os escribo hoy porque ayer en mi casa paré el mundo y mi cabeza para tranquilizarme. A mis 27 años ¿cómo puede ser que me sienta tan aturdido como cuando tenía 15? Estuve llorando, cada kilo me duele, me molesta cada michelín, me siento incómodo en mi cuerpo y me siento horrible, gordo. Me avergüenzo de mí mismo por tener estos complejos, no soporto cuando pienso en el asco que debo dar, odio lo crítico que soy siempre. Soy mi peor enemigo, me doy asco. Necesito que alguien me escuche y me ayude a quererme porque yo solo no puedo.

No sé si me publicaréis o preferís otro tema del que hablar, pero aun así gracias por leerme. Siento haberme enrollado tanto, pero he sentido en vuestra web la cercanía de un amigo al que poder desahogarme de verdad.

Un abrazo.

Anónimo