He vivido engañada toda mi vida. Siempre me han dicho y me han querido hacer ver y creer que tenía que buscar y buscar a mi media naranja y que si no la encontraba nunca sería feliz. Esa persona que me resultara perfecta, que completara mi mitad, que fuera compatible conmigo en todo y, sobretodo, que me hiciera feliz.

Luego van pasando los años y aunque has estado buscando a esa mitad parece que se niega a aparecer. Que se ha perdido por el camino o que simplemente nunca se va a cruzar contigo porque a ti te corresponde quedarte sola. Entonces empiezas a aceptar tu destino, “puedo soportar ser la loca de los gatos porque los adoro, puedo soportar no tener un complemento, una media naranja puede vivir sola”.

Y cuando ya vives en tu resignación, cuando ya has formado tu vida valiéndote de tu única mitad, te das cuenta de que ya eres feliz, de que tienes una vida completa y de que no hay mejor compatibilidad que la que tienes contigo mismo cuando te conoces a la perfección.

Recuerdas los cuentos que te contaban cuando eras pequeño, recuerdas cuando soñabas con el príncipe azul, cuando te mirabas al espejo e imaginabas que tenías al lado a la persona que te gustaba, que te hacía sentir mariposas en el estómago y piensas: “¿Por qué no siento mariposas cuando me miro yo? ¿Por qué necesito a alguien para ser feliz? ¿Por qué necesito una mitad que me complete?”

Y ahí todas las fichas caen y la vida tiene sentido. Todos los caminos que has recorrido, las veces que te has caído y las veces que te has levantado te han llevado a ese instante, ese momento en el que te das cuenta de que mirándote al espejo y sonriéndote a ti mismo eres feliz. De que eres una persona completa, válida, íntegra y perfecta en su imperfección. Porque sí, podemos y debemos ser felices por nosotros mismos, sin dejar que nadie juegue con nuestra felicidad ni que ésta dependa de nada más de que nuestra capacidad por luchar por ella.

Amémonos por cómo somos, sonriámonos cada vez que miremos nuestro reflejo, bailemos siempre que nos apetezca, conozcamos lo que nos hace feliz y luchemos por ello, cantemos a la vida y a todo lo que nos rodea, comamos si nos hace felices, crezcamos, enorgullezcámonos de ser lo que somos y gritémosle al mundo: “NO NECESITO A MI MEDIA NARANJA PORQUE YO SOY MI NARANJA ENTERA”.

Vanesa C.