Me preocupa que haya personas que equivoquen a las gordas con embarazadas. Me pasó hace unos años, cuando volví de una estancia en el extranjero con varios kilos de más.

Mucho se ha hablado aquí de esos seres que habitan el planeta y que juzgan a los demás por el peso. Mucho se ha hablado también de las respuestas que podríamos soltar para callar esas mentes obtusas. Hay gente que solo tiene boca para equivocarse, pero es que con sus errores pueden meter la pata hasta el hondón y hacer un daño, a veces, irreparable. No fue mi caso, pero el tema me enfada.

Recuerdo perfectamente el día que me confundieron con una embarazada.

Caso 1.

Estaba yo detrás de la barra del bar, poniendo cañas a diestro y siniestro cuando se me acercó un grupo de señores ancianos a pedir sus vinitos. Vivo en un pueblo en el que todos nos conocemos y, aparte de mirarme de manera inapropiada, lo hicieron como si fuera la primera vez que me ponían cara. Yo, ingenua de mí, pensé que, al estar en fiestas y haber hecho la ronda requerida por los bares, irían ya un poco perjudicados y por eso no reaccionaban a un simple “¿qué os pongo?”. Y ahí, el más espabilado de todos me preguntó, entre risas, si estaba embarazada. Todos sabemos que el cliente, aunque se merezca un escupitajo en la boca, siempre tiene la razón; a lo que le dije que sí, que ya iba a explotar dar a luz a mi bebé de grasa. Acto seguido, le lancé una mirada de odio que no quise disimular y le dije que el milagro de la vida no habitaba mi útero y que lo que me pasaba era que, simplemente, había cebado mi estómago durante unos meses. El señor y sus colegas de carnes colganderas se rieron dándose codazos cómplices, no sin olvidar hacer una radiografía a mis tetas, que si ya se dejan notar sin tener que pasar dos veces, en aquel tiempo habían doblado su tamaño.

not pregnant

Caso 2.

¿Os he dicho ya que mis pechis tienen una generosidad… digamos… abrumadora? Bien, pues, una apacible mañana de verano iba yo de compras con una tía mía cuando nos encontramos a una de sus amigas. Yo no conocía a esa buena mujer, pero me quedé con su cara. Como digo, era verano, yo llevaba ropa acorde a tal preciosa estación (mis tirantes, ropa fresquita, holgada) y tenía la energía cargadita de positividad cuando nos pusimos a hablar de unas prendas monísimas que había traído fulanitadetal en la tienda de la esquina.

  • Ay, bonita, pero para ti no sé si habrá en tu estado – dijo, sonriente y señalándose sus tetas, haciendo, así, referencia a las mías.
  • ¿En qué estado? –  respondí, sin ser consciente de por dónde iban los tiros. Lo juro. No caí.
  • Bueno, como acabas de ser mamá…

Sorry, whaaat? Adiós, positividad. Yo no sabía que mi delantera tenía forma de mama lactante; pero le saqué del error a la señora, le dije que me confundía, que yo no había tenido familia y ella supongo que quiso desaparecer en aquel mismo momento porque lo mejor que supo hacer fue girarme la cara y hablar con mi tía sin volver a dirigirse a mí. Luego comprendí que la señora, evidentemente, me había confundido con mi prima, que sí había tenido un hijo semanas atrás. Lo peor es que no nos parecemos en nada, más allá de las tetas amamantadoras que ella tuvo por un tiempo y que yo tengo preparadas por si hay un apocalipsis mañana y los niños del mundo se quedan sin alimento.

good-news-is-im-not-pregnant-bad-news-is-im-just-fat-76bb5

Caso 3. Caso 4. Caso 5. Caso infinito (Casos que no me han pasado – todavía- pero que sé que otras mujeres han vivido)

Siéntese, señora, en su estado mejor no vaya de pie en el metro.

¿Ya tienes nombre para el bebé?

¿Niño o niña?

¡Cómo te está creciendo la “tripita”! (Hay gente que lo suaviza)

Así que a esa gente que tan a la ligera habla: reflexionemos, señores y señoras, ¿qué nos hace pensar que podemos hablarle así a alguien? Vale que en mi segundo caso fue una equivocación por parte de la dependienta, pero ¿y los demás? ¿Son palabras inocentes? ¿La gente va de graciosa sin tener ni puta gracia? ¿Y si topamos con una mujer que no puede tener hijos por naturaleza y le preguntamos por su (no)bebé? ¿Somos conscientes de que podemos hundir a esa persona? Que esto es extensible ya para todos los demás casos, de gordas y delgadas… pero ya lo comentaremos en otra ocasión, que ahora no viene tanto al pelo.

Y del lado contrario, que levante la mano la persona que no conozca el caso de chica gorda y embarazada que hasta que no tiene tripa de 9 meses la gente hace humor fatal con comentarios hirientes: “igual se lo inventa para comer más y ahí dentro no hay más que una gran masa grasienta” o “¿seguro que está embarazada? La tripa la tiene llena de donuts”. A lo que dan ganas de contestar con sorna: “ojalá la tuviera vacía, ¿verdad? A juego con tu cerebro, gilipollas”.

Little Lizard