Chichi, chumino, potorro, chocho, papo, chirri, chichibio (acuñado por una amiga), coño y un largo etcétera. Cuando decimos alguna de estas palabras nos referimos a un bien muy preciado que tenemos entre nuestras piernas, la vulva. Peluda, rapada, con barba de tres días (de cuando hace tres días que te has depilado enterita, pasas la mano por ella a contrapelo y quieres morir mientras te haces un juramento de que jamás te vas a volver a depilar “ahí abajo”), brasileña, recortada como si fuese un dibujo, etc. Como ya sabes, (y si no lo sabes: ojo, cuidado, atención) una de las principales funciones de nuestra vulva es darnos placer. ¿Cómo? Pues muy fácil, a través de la estimulación de nuestro clítoris. Por aquí te dejo unas ideas de cómo te puedes estimular el clítoris por si andas más perdida que un pulpo en un garaje con este tema:

  • Ábrete, Sésamo

Lo primero es adoptar una postura cómoda como por ejemplo tumbada (que si tú quieres probar mientras haces el pino, adelante). A continuación, abre tus piernas, aunque también puedes hacerlo con las piernas juntas, pero te recomiendo que si eres primeriza abras las piernas para familiarizarte con tu cuerpo (en especial con tu clítoris). También te puedes abrir de piernas frente a un espejo; Esto es algo que a mí me ha ayudado a conocer las partes de mi vulva, saber donde está el clítoris y de paso excitarme con mi imagen en el espejo.

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  • Colgando en tus manos

Cuando hayas localizado tu clítoris, puedes acariciarte otras zonas que te pueden resultar erógenas. Por ejemplo, los pezones. Puedes acariciarte tus labios mayores, la parte interior del muslo, la parte inferior de los pechos (sí, esa parte que te suda tanto en el gimnasio es tremendamente sensible). En resumidas cuentas, acaricia todo el mapa de tu cuerpo y apunta qué es lo que más te pone.  También puedes usar juguetes, cojines, o lo que te produzca gustirrinín al rozarte; Pero de esto ya hablaremos en el siguiente post.

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  • Ella me bate como haciendo mayonesa

Deja una mano libre para centrarte únicamente en tu clítoris y comenzar a acariciarlo. Si no tienes ni idea de como acariciarlo tranquila, yo te doy un truco. Acarícialo como si estuvieses atusando el cuello de un gato. Si me tuvieses en frente me dirías “vaya chorrada”; A lo que me refiero es que lo acaricies suave y luego subas la intensidad, pruébate a ti misma, siente que intensidad te gusta. Puedes hacerlo con un dedo, con dos, o con todos. Puedes moverlo en círculos, de arriba hacia abajo o incluso darle suaves golpecitos. Como todo en esta vida, no sabes lo que te gusta hasta que lo pruebas. Así que yo te animo a experimentar.

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  • Como una ola

Notarás que tu ritmo cardiaco se empieza a acelerar, que tus pechos (y los pezones) se ponen firmes. Puede que te empieces a retorcer, a ponerte roja y tus ojos se cierren automáticamente. Si te sientes con ganas sigue, si no, puedes parar. Y aquí llega el gran momento……ohhhhhhhh. Tu vagina empieza a contraerse y dilatarse ella sola (que lista es mi niña, como sabe lo que le gusta), además de sentir cosquilleos y ardor por todo tu cuerpo del gustazo.

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  • Fue una tortura, correrme

A ver, entiéndeme, tortura en el “buen” sentido de la palabra. Qué maravilloso es ese momento en el que por fin llegas y explotas en un orgasmo en el que te retuerces como las burbujas de una Pepsi recién agitada. Quiero añadir que si no te corres no pasa nada, a mí misma hay veces que me pasa. Date tiempo, conócete y tócate; Siente que es lo que gusta y lo que no.

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Ante todo, has disfrutado del placer que te puedes dar. Has pasado un rato contigo misma sabiendo de lo que eres capaz de hacer con tu cuerpo. La masturbación es una buena técnica para reconciliarte con tu cuerpo además de conocerlo y mimarlo. Anímate a probarlo o a hacerlo más a menudo, aunque sea en un rato que te aburras o que te duela la cabeza. Cuando sea, pero anímate a probar esta técnica y ya me contarás que tal tu experiencia.

Hasta la próxima,

Lilith