Esto es una canción de amor. Pero nada tiene que ver, aclaro, con el aura azucarada de San Valentín y los romances «perfectos» en apariencia que ese día invaden nuestros timelines como una pandemia. Esto es una canción de amor, pero también de verdades. Verdades que te serán incómodas y familiares, a ti, que entendiste desde el primer momento que amar era algo difícil.
A ti, que entiendes que el amor poco tiene que ver con las películas y los libros que lees, ves y crees, aunque sólo sea durante la hora y media pertinente.
A ti, que desde pequeña conoces el rechazo y lo aceptas con entereza, pues sabes que eres capaz de fortalecerte en la adversidad.
A ti, que callas los «te quieros» cuando los sabes inadecuados, aunque por dentro ardas en deseos de gritarlos a pleno pulmón.
A ti, que comprendiste que no eras la elegida y abrazaste a la Otra, celebrando que al menos ella sí supiera hacerle feliz.
A ti, que perdonas sus errores porque entiendes que, por encima de todas sus virtudes, es un ser humano.
O a ti, que has decidido no perdonar ninguno más, porque a veces el límite es necesario para salvarnos a nosotras mismas.
A ti, que lo dejaste ir porque intuías que el futuro le deparaba algo mejor que lo que tú podías ofrecerle. A ti, que lo despediste con lágrimas en los ojos y ansias de retenerlo, pero supiste contenerte.
A ti, que comes, cenas y duermes por Skype, a falta de puentes que erradiquen las largas distancias. A ti, que no te importa llorar en público, pues te has acostumbrado a inundar estaciones y aeropuertos de despedidas.
A ti, que te dijeron que no funcionaría y sigues ahí, al pie del cañón, desoyendo críticas y desesperanzas; pues sabes que el precio de rendirse es demasiado alto.
A ti, que dijiste «jamás» y tuviste que tragarte tus palabras, porque alguien que nunca hubieras imaginado supo sorprenderte.
A ti, que rompiste con todos los tópicos y decidiste que segundas partes sí fueron buenas, que no hay mejor viaje que un salto al vacío; que más vale ciento volando que pájaro en mano cuando éste no hace más que herirte.
A ti, que conoces el tiempo y su desgaste, pero te quedas.
A ti, que estás sola tras demasiadas malas compañías, y has descubierto que nada te falta: que tú eres tu media naranja, que nadie tiene que completarte, que tú ya eres el todo.
A ti te dedico esta canción de amor. A ti y a todos los obstáculos que tendrás que enfrentar y vencer. Porque sin obstáculos, el amor quizá sería tan perfecto como algunos lo pintan, pero infinitamente más aburrido. Porque sin obstáculos, posiblemente ese amor no sería real. Nos criamos con cuentos de hadas pero lo cierto es que la vida se asemeja más a una tragedia. Y aunque no hay forma de arreglarla, sí hay forma de conseguir hacerla nuestra y amarla por ello.
