Querido primer amor:

Sé que ha habido muchas cartas en estos últimos siete años pero, ahora que el tiempo ha pasado, que soy más consciente de todo, quería hablar contigo quizás por última vez. Y es que, como bien sabes, hay muchísimas cosas que se quedaron sin decir. Muchísimas cosas que ni si quiera yo había visto, pero que son ciertas.

La verdad es que sí, aunque durante años haya renegado de ello, sí siento algo por ti. Siento pena, siento odio, y creo que por fin, después de tantos años, soy capaz de decir a viva voz que estoy harta de ser la racional y educada, ya que no quiero saber absolutamente nada de ti, aunque formaras parte de mí durante los años más importantes de mi vida.

No, no vengo a decirte que te perdono porque no puedo, y eso está bien. No tengo por qué hacerlo, sinceramente. Ahora, que por fin recibo ayuda, veo cómo me desgastaste poco a poco, cómo me hiciste infeliz conmigo misma, cómo por ti fui capaz de desarrollar una relación tóxica no sólo contigo, sino conmigo. Con la única persona que siempre iba a estar ahí.

Ya sabes que escribir siempre se me ha dado mejor que mirarte a los ojos. Supongo que la cobardía no sólo la tenías tú. Yo también he sido un poco cobarde, por eso nunca te lo dije. Te escribí miles de poemas que nunca leíste, miles de cartas, pero nunca fui capaz de describir mi rabia. Quizás porque creía que no debía sentirla, que “era mejor que eso”, que lo adulto era ser cordial. Pero no puedo sentirme así, porque no me parece justo. Una persona tan joven no debería sentir tanto dolor, no debería pensar que no merece la pena vivir. Así que no, no te perdono.

Ahora veo cómo me hiciste sentir insegura, haciéndome creer que me engañabas con otras porque yo te había hecho daño. Ahora veo cómo conseguías hacerme creer que todo era mi culpa y que yo era la que debía disculparse y volver con el rabo entre las piernas. Ahora veo como traicionaste mi confianza, traicionaste nuestra relación, lo emborronaste todo hasta que de algo que se supone que se tiene que guardar con cariño, como es el primer amor, sólo tengo un recuerdo agrio y un montón de reproches. Pese al tiempo que ha pasado, pese a las (pocas) cosas buenas que compartimos.

Supongo que pensarás que no fue para tanto, que estoy exagerando (como siempre), pero déjame decirte una cosa: tú no estuviste saliendo contigo. Así de simple. Tú no sentiste lo que yo sentí, y ya solo por eso deberías callarte.

Así que, querido primer amor, quiero que sepas que no, no te perdono. Lejos  de desearte lo peor, solo te deseo que nunca tengas que pasar por lo que yo pasé. De nuestra tóxica relación aprendí que una pareja es justo lo contrario a lo que tú y yo fuimos. Y ahora, que lucho todos los días para ser feliz, estoy lo suficientemente preparada para decirte adiós.

Adiós, de todas las maneras posibles.